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Práctica
Elizabeth Grace
Salgo de mi habitación y bajo al comedor. Mi padre está sentado al otro extremo de la mesa comiendo y cuando me ve entrar fija su atención en mí hasta que me siento al frente de él en la mesa. De inmediato empiezo a servirme comida de lo que hay en la mesa y pronto tengo un plato lleno.
—Mamá, ¿cuándo viene? —inquiero, metiendo una cucharada de comida en mi boca.
Debo tener todo listo para cuando venga y no tener a nadie cerca de nosotros para cuando le entregue su mierda.
—No lo sé. En algunos días o semanas, ya sabes como es. —contesta restándole importancia.
Asiento y continúo comiendo bajo la pequeña tensa incomodidad que se ha posado sobre nosotros.
—Lo he pensado mucho y quiero que tengamos una cena con este hombre, mmm, Alexander Hudson —empieza a hablar y casi me atraganto con el agua—. Ya sabes, él te salvó en el hospital sin pedir nada a cambio y a parte de eso al parecer tiene una seria relación contigo, un amistad, podemos llamarle. Creo que el hombre merece un poco de mi atención.
—Sí, yo le preguntaré, no te preocupes.
—Oh, no, no, no, ya reservé en un restaurante así que solo debes avisarle que esta noche vendrá a cenar con nosotros, ¿bien?
—Sí, papá, está bien.
Magdiel no dice más nada y me permito comer, pero sin disfrutarlo, ya que como deprisa porque quiero irme de este comedor lo más rápido que pueda.
Cuando termino me despido de Magdiel y salgo del comedor al igual que de la mansión. Mi auto está afuera esperando por mí y me subo en él para ponerlo a andar. Recogeré a Alexander ya que hoy es la clase de baile que tendremos él y yo, y más fastidiada no puedo estar.
Luego de aproximadamente cincuenta minutos me encuentro frente a la mansión de Alexander, presionando el claxon con fuerza para que salga de una buena vez. Cuando se acerca viene vestido con un traje formal, exudando elegancia por doquier. Muerdo mi labio inferior sin evitarlo y cuando ya está dentro avanzo hasta alejarnos de su casa.
—¿A dónde vamos? —pregunta ajustándose el cinturón de seguridad.
—¿Sabes bailar?
Me mira desconcertado ya que no le respondí lo que preguntó y en cambio también le hice una pregunta.
—Sí… No… Sí… No lo sé.
—Bien. —es lo único que digo evitando reírme.
En aproximadamente hora y media al fin hemos llegado al lugar donde practicaremos. Es al aire libre, así lo pedí.
Bajamos del auto y tomo la mano de Alexander para guiarlo aunque no conozco bien la zona y no memorice el camino. Un escalofrío recorre mi espina dorsal al sentir como aprieta su agarre en mi mano cuando varias personas se nos acercan. El hijo de puta tiene fuerza. Le doy un leve jalón hacia abajo para que deje de apretarme la mano y le amenazo con los ojos.
—Lo siento. —se disculpa bajando el nivel de su fuerza en el agarre.
Seguimos caminando. Es hermoso el lugar, es extremadamente amplio, el césped parece recién podado y el brillante verde reluce. Nos adentramos bajo una tela blanca que está sostenida por pilastras a los lados del camino, hay floreros adornando todo y yo no puedo estar más agusto con este sitio. Un hombre nos espera al final, viste de blanco y está descalzo, tiene un cuaderno que aprieta contra su pecho y solo lo aparta cuando nos detenemos frente a él.
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MISÈRE
ActionElizabeth Grace. Una mujer joven, con sueños y un esplendoroso futuro. No necesita dinero porque para eso trabaja, y, a pesar de que la mayoría de las personas digan que lo que tiene es gracias a ser la hija de Magdiel Grace, ella sabe que no es as...