Cámaras
Elizabeth Grace
Aún recuerdo muy bien cuando a la mansión llegó un hombre buscando a Magdiel, decía que tenía que contarle con urgencia algo. Yo tenía veintidós en ese entonces. Él lo recibió y se encerraron en la oficina, sin embargo yo quería saber qué era eso “importante”, por lo que me acerqué a la oficina y por una abertura en las puertas vi a Magdiel conversando con, no uno, sino varios hombres. En la mesa de en medio habían pistolas de distintos tipos y tamaños, al igual que municiones. Continué observando y escuché con atención lo que ellos le decían a Magdiel, una de las cosas que no olvido es que le contaron que el comandante de un servicio de inteligencia había muerto, al igual que el primer ministro del gobierno de los Estados Unidos, pero no era eso lo importante y urgente. Lo que sí importaba era que ambos habían sido asesinados en dos días distintos, pero con la misma metodología.
Al salir del baño, voy hacia la sala y me encuentro a Ronan descansando en una hamaca que se balancea con ligereza. Me acerco a él con cuidado de no despertarlo y me coloco en cuclillas, para detener el balanceo de la hamaca. Abre sus ojos y con una rapidez me acuesto en el suelo ocultándome bajo la tela de donde está Ronan.
—Eliz… —habla Alaisa cuando entra al lugar, y al verme acostada en el suelo ladea la cabeza, y con mi dedo índice le digo que se calle. —Ouh… Ronan, ¿por qué no vas a jugar con la vecina?
—Já, como si tuviéramos una vecina o alguien cerca. —recrimina levantándose y saliendo de la cabaña.
—Cierto… —murmura la pelinegra—. En fin, ¿qué haces allí, Elizabeth del Rosario?
Salgo de debajo de la hamaca y me levanto del suelo, estirándome en el proceso, y haciendo que todo me duela. Joder.
—Me hará muchas preguntas cuando hable con él. Digamos que aún no estoy lista. —respondo en referencia a Ronan.
—Ya. —se voltea y entra a la habitación en la que desperté hace un rato— Ven, hay algo que debo mostrarte.
Confundida le sigo y me adentro en el lugar. Alaisa se sienta en el suelo y con sus manos tantea el sitio, hasta que algo hace ruido y un mini pantalla sobresale del material del piso. Acercándome más ya que, no entiendo una mierda de lo que pasa, veo como Alaisa se inclina hacia adelante y la mini pantalla le escanea el rostro por completo, luego coloca sus huellas, de todos los dedos. Y por último dice su nombre. Una puerta se deja ver y la hermana de Alexander ingresa una contraseña, antes de jalar hacia arriba y abrirlo por fin.
—¿Qué es…?
Callándome la sigo. Nos detenemos justo en la entrada y observo concentrada como una escalera se despliega hacia abajo. Ella es quien ingresa primero, y luego voy yo. Abajo todo huele a nuevo, además de que siento el olor a mi perfume. ¿Qué mierda?
—No preguntes. Alexander vino aquí con ese olor encima y se impregnó en el lugar.
No pregunto nada más y sólo me dedico a ver. Me abrazo a mí misma sintiendo que el frío cala hasta mis huesos y no es por el lugar en el que estoy, es porque mis sospechas eran ciertas y me terminó dando fiebre. Alaisa me nota y agacha la cabeza con ¿culpabilidad?, tal vez.
»—El doctor vendrá en unos días, tendrás que resistir hasta entonces. —anuncia y asiento con la cabeza volviendo mi atención al lugar.
—Bien y… ¿Dónde estamos? —pregunto paseándome por la especie de sótano en el que estoy.
—Alexander no le ha puesto nombre, pero yo le puse el “Ojo del mundo” —comenta y presiona una tecla en el teclado de la computadora que hay en una mesa, entonces me percato del resto de ellas que le siguen a los lados, por arriba, atrás. —Sí, sólo a mí se me ocurre un nombre así, pero en fin. Este lugar le pertenece a Alexander, o más específicamente a la familia Hudson. Fue inicialmente diseñado como un bunker que Alexander transformó en una especie de sótano para ¿vigilar a las personas? No sé, cuando lo veamos le preguntamos…
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MISÈRE
ActionElizabeth Grace. Una mujer joven, con sueños y un esplendoroso futuro. No necesita dinero porque para eso trabaja, y, a pesar de que la mayoría de las personas digan que lo que tiene es gracias a ser la hija de Magdiel Grace, ella sabe que no es as...