Cruel
Elizabeth Grace
Estaciono en la parte trasera del establecimiento y bajo de la moto, quitándome el casco y poniéndome la gorra. Saco la semiautomática de mi pantalón y la traigo al frente al tiempo que camino hasta los guardias. Ambos llevan la mano a su espalda, sin embargo, no les doy tiempo debido a que les disparo a ambos en la cabeza, matándolos de inmediato. No me detengo a nada y me adentro a la discoteca ocultándome entre las personas al igual que bajo la pistola, pero sin soltarla.
Enfoco mi campo de visión en Ragnar que se encuentra en el piso de arriba con su vaso de whiskey mientras observa a todas las personas. Sus guardaespaldas están a cada lado como estatuas. Sopeso mis opciones para llegar a él. En estos momentos poco me importan las personas que me rodean, porque en este punto ya no sé quién me miente y quién no. Ragnar me nota, sin embargo, no hace nada, solo deja sus ojos verde oscuro sobre mí a medida que me muevo hasta quedar en medio de las personas.
Con su mirada en mí, apunto hacia arriba y disparo sin pensar, haciendo que todas las personas se dispongan a gritar y correr en busca de refugio. No obstante yo no alejo mis ojos verdes de los suyos. A pesar del caos y el ruido, mi atención está centrada en él, porque es por él por quien vine aquí.
Se voltea dándole indicaciones a sus guardaespaldas y pronto ellos bajan, guiando a las personas que forman el alboroto para que salgan del establecimiento. Nos dejan solos, únicamente él y yo, sin guardias ni nadie que me impida acabar con él.
—Te di la oportunidad de que te fueras, me dejaras en paz, y no la tomaste. Ahora no busques piedad porque no la tendré. —bajando las escaleras dobla las mangas de su camisa hacia arriba.
—Lo mismo digo. —le devuelvo, levantando la pistola en su dirección, sin perderlo de vista— Nadie pidió piedad, Ragnar. Yo no la tuve antes ni la tengo ahora.
—Manifiestas no tener piedad y que eres cruel, pero no pudiste con unos malditos idiotas que se creían con el derecho de torturar a Elizabeth Hristova. ¿Segura que no quieres piedad, hermanita? —se burla.
—Hermanita una mierda. Tú no tienes mi jodida sangre, Ragnar, eres un lacayo más de mi maldita madre. Un sirviente, eso es lo que eres. —ataco.
Continúa bajando las escaleras, ignorando mis palabras.
—Bueno, tal vez un lacayo, un sirviente, como quieras llamarme… —empieza a subir la manga de su otro brazo—. Pero tuve más pelotas que tu padre al adquirir el puesto de tu puto abuelo.
—Puedo matarte. —amenazo, colocando mi dedo en el gatillo.
—Lo sé. —responde.
—Nadie se enteraría.
—También lo sé.
Termina de bajar las escaleras y camina hacia mí con una maldita sonrisa que quisiera borrar.
»—¿Pero crees que valdría la pena hacerlo? Vamos, Elizabeth, eres inteligente. Dime.
—¡Claro que lo valdría! ¡Tú me engañaste! Me hiciste pensar que solo íbamos a derribar un avión con los ministros de Bulgaria, ¡No que mataría a niños! ¡Eres un hijo de puta!
—¡No los mataste tú, entiéndelo!
—¡Yo di la orden! Sí los maté yo.
Respiro varias veces buscando el control sobre mí que estoy a punto de perder. Sí, soy la culpable del “ataque terrorista” acerca del avión, y pude llevarlo a cabo debido a que conseguí convencer a un estúpido idiota que intentó torturarme, pero resulta que un hombre como él es fácil de manipular. Me ayudó a comunicarme con Ragnar, ya que era eso lo único que me importaba en esos momentos. Poco me pesaba el hecho de que me torturaran mientras lograra derribar el avión donde los ministros de Bulgaria, que ayudan a mi madre, murieran.
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MISÈRE
ActionElizabeth Grace. Una mujer joven, con sueños y un esplendoroso futuro. No necesita dinero porque para eso trabaja, y, a pesar de que la mayoría de las personas digan que lo que tiene es gracias a ser la hija de Magdiel Grace, ella sabe que no es as...