Confianza
Elizabeth Grace
Abro mis ojos y me siento en el lugar donde me encuentro. La ropa que cargo no es la misma que tenía en la audiencia, por lo que, o me bañaron, o me bañé dormida. Miro hacia todas partes y no entiendo cómo llegué aquí. Hay ventanas, pero estas están cerradas al igual que la única puerta que logro ver. El olor a leña y a humo golpea mi nariz.
Levantándome de la cama con cuidado y desconcertada, me abrazo a mí misma por el frío que hace. Unas pantuflas yacen en el suelo y meto mis pies dentro regocijándome con la calidez de esta. Llego hasta la puerta y la abro con sutileza, intentando no hacer ruido ya que no sé en dónde me encuentro.
Lo último que recuerdo es el ruido de la caída del edificio, después mi mente queda en blanco, hasta ahora que me encuentro en una habitación totalmente desconocida para mí.
Magdiel una vez me dijo que nuestra mente, como método de defensa, elimina recuerdos sumamente traumáticos para nosotros mismos, tal vez por eso hay momentos que desaparecieron de mi cabeza, lo percibo porque siento ese vacío allí. Sin embargo, el dolor en mi cuerpo y las marcas en mi piel me dicen de todo, menos que estoy bien.
Dolor.
Se dice que el dolor es solo mental, en parte tiene razón ya que el cuerpo funciona así. El dolor es mental y sólo físico, existe dolor emocional, pero también existe el sufrimiento emocional. Si no estoy mal, hay una frase que dice: “Para dominar el mundo, primero debes dominar tu mente”.
La mente es un arma de doble filo. Puede estar bien, como también puede estar mal. Es una balanza; un equilibrio. Puedes estar completamente loco y lograr pensar con razonamiento, al igual que todo lo contrario.
Si tu cabeza está mal, todo en ti estará mal.
La mente es algo que se debe mantener en constante mantenimiento, así como un auto, o una casa, o cualquier cosa. Es peligrosa, porque puedes llegar al punto donde no tienes ni idea de lo que haces, como también puede hacerte pensar en que lo malo que estás haciendo, está bien.
En una situación cualquiera, todos pueden reaccionar de distinta manera, y es que aunque lo intentes, nunca dejas de conocer a alguien, de descifrar su mente, ya que está en constante cambio. Y quien dice que te conoce a la perfección, está muy equivocado.
Tal vez se llegue a conocer un 50%, quizás un 70%, o un 83%, pero jamás el 100%.
Al salir de la habitación, no veo a nadie, pero con lo poco que aprecio estoy en una cabaña.
—¿Hola? —digo sin parar de caminar por el lugar, abrazada a mi cuerpo, pero nadie responde.
Las ganas de toser me entran y busco un pedazo de papel en la cocina en la que acabo de entrar. Al quitarlo de mi boca, el líquido carmesí está marcado en el material. Debo tener bastante mal los pulmones como para que pase esto, lo que significa que tuvieron que haberme golpeado fuerte y repetidas veces.
Echo el papel en el tinaco de basura al tiempo que escucho voces afuera, y reconozco muy bien una de ellas. Corro a la puerta, abriéndola apenas llego hasta ella y miro hacia todas partes en busca del dueño de esa voz.
—¿Ronan?
—¿Eli?
Dirijo mis ojos hacia la voz y veo a Ronan soltar toda la leña que tenía en sus brazos. Su expresión de sorpresa me enternece y se me estruja el corazón de emoción.
»—¡Mira, Ali, se despertó por fin! —exclama antes de correr hacia mí.
Alaisa rueda los ojos recogiendo la leña que Ronan tiró antes. Abrazo a Ronan y lo cargo en mis brazos cuando llega hasta mí, mientras que Alaisa se adentra en la cabaña ignorándonos.
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MISÈRE
ActionElizabeth Grace. Una mujer joven, con sueños y un esplendoroso futuro. No necesita dinero porque para eso trabaja, y, a pesar de que la mayoría de las personas digan que lo que tiene es gracias a ser la hija de Magdiel Grace, ella sabe que no es as...