CAPÍTULO 15

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Anochecer

Elizabeth Grace

Las tres mujeres nos pidieron todo aparato electrónico que teníamos con nosotros. Se llevaron nuestra ropa, nos guiaron por la cabaña hasta el exterior de ella y nos dejaron a un lado de la playa. 

Aún seguimos esperando no sé qué y la ropa está haciendo que sienta un poco de calor. Examino a mi alrededor, el lugar es bastante grande, demasiado, hay casetas con techos de paja, tiendas con ropa, árboles, flores y una playa bastante extensa. No tengo ni idea de en qué lugar estamos. Yo hice la reservación, sin embargo no me tomé el tiempo de investigar sobre el lugar, no leí las indicaciones ni advertencias ni precauciones que hay que tener. Aquello es un grave error y es un error que solo cometería una primeriza en constante peligro o con enemigos, pero parece que a mí se me olvidó todo lo aprendido con los años considerando que no hice ningún tipo de investigación ni leí reseñas sobre el lugar. 

Grave error. 

Mierda. Debía investigar y no hice nada. Quién sabe qué pueda pasar en este lugar. Miro a Alexander y lo descubro observándome detenida y cautelosamente, sus labios están fruncidos al igual que su ceño, sus ojos chocolates están más oscuros de lo normal, su mandíbula apretada y sus músculos se encuentran tensos mientras tiene sus brazos cruzados sobre su pecho. De pensarlo mejor, se ve bastante sexy así como está. 

—¿Qué pasa?. —inquiero, elevando una ceja antes de volver mi atención a lo que me rodea. 

—Nada, solo veía lo bien que te queda esa ropa a pesar de no ser de tu talla. Mejor que a mí, hay que admitirlo. —responde. 

Muerdo mi labio inferior por un momento, sin embargo lo suelto. 

—Gracias, Batman. 

—No hay de qué, mensa. 

Un hombre se nos acerca de pronto y lo analizo mientras camina hacia nosotros. Es alto, tal vez más alto que Alexander, su expresión es relajada y divertida, parece ser de confianza, pero tiene algo que me hace dudarlo. Al llegar y detenerse frente a nosotros, extiende su mano en mi dirección, supongo que para estrecharla. 

—Joel, mucho gusto y bienvenidos a Paraíso de estrellas. 

¿Así se llama?. Debí investigar más. Él continúa con su mano extendida hacia mí, sin quitar esa expresión relajada y alegre que me frustra ver. Sonrío en su dirección y estrecho su mano. 

—Elizabeth. 

Miro hacia atrás y le doy una señal a Alexander para que haga lo mismo y se presente con el tal Joel frente a mí. Se acerca y toma la mano del hombre apenas yo la suelto. 

—Alexander. 

Joel asiente, conforme con la pequeña presentación, y luego da tres aplausos haciendo que, pronto, una mujer y un hombre vengan hacia nosotros cargando unas cosas desconocidas para mí ya que están dentro de una canasta de mimbre. Ambos se detienen a un lado de Joel, colocando en el suelo la canasta, para después enfocarse solo en Alexander y en mí. 

—Chicos, lo que haremos será empezar con una práctica de relajación. —habla el hombre alegre y divertido frente a nosotros. 

No sé qué se supone que vamos a hacer, pero debo admitir que siento un leve temor, y no precisamente de peligro. Sin embargo lo peor no es eso, lo peor es que el día es joven aún. 

La mujer y el hombre se disponen a sacar las cosas de las canastas y organizarlas. Desde mi posición parecen colchonetas, bocinas, entre otras cosas. Alexander se encuentra detrás de mí, o bueno centímetros detrás de mí, rozando la tela de mi ropa. Su respiración es pausada, su cuerpo está rígido y observa a las personas frente a nosotros con desconfianza, pero ¿quién no lo haría? Si él no lo hiciese me parecería extremadamente extraño. 

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