CAPÍTULO 22

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Límite.

Elizabeth Grace

28 de octubre


Ronan corre hacia mí con una sonrisa. Desde que vine, no he parado de hacerlo, según su doctora ha estado mejorando y no deseo que aquello cambie por nada del mundo. Si se encuentra mejor cada vez que vengo a verlo, entonces vendré a verlo todos los días de ser necesario.

Alexander ha quedado en venir hoy a la mansión para que mi padre vea más nuestra "relación" y le dé la confianza que necesitamos para hundirlo. Por lo que mientras que yo estoy con Ronan, Alexander ya debe estar llegando a la mansión, lo recibirá solo Magdiel y de verdad desearía ver como intenta no perder el control frente a mi padre, sin embargo este momento es solo para Ronan.

Las sorpresas suelen ser lo inesperado. Aquello que esperabas tener, pero que no tenías ni la más mínima certeza de que o lograrías conseguirlo o alguien te lo llegaría a regalar en algún momento. Aquello que no esperabas y terminan dándotelo, sea bueno o sea malo. Aquello que, a veces, terminan quitándote. Aquello que más atesorabas, lo que más cuidabas o lo que más amabas.

La vida siempre te da sorpresas, hasta en los momentos que menos esperas, pueden ser sorpresas buenas y hermosas o pueden ser sorpresas malas y horribles. Sorpresas increíblemente majestuosas o sorpresas horriblemente destructoras.

Puedes estar cocinando y llega tu esposo luego de estar tanto tiempo sin él. Puedes estar en una playa y tu hijo o tía o algún familiar, conocido, termina ahogándose. Puede ser que estés en la biblioteca y te llegue una noticia increíble o terrible, e incluso puedes estar con tu hermana en un hospital conversando con ella y de pronto llega la sorpresa de que su corazón se detuvo y tienen que reanimarlo.

Son cosas que no se pueden controlar, cosas que quisiéramos tener bajo nuestro poder para proteger a nuestros seres queridos, pero que, por más que intentemos, simplemente debemos entender que nuestra propia vida no está en nuestras manos, mucho menos nuestra muerte, solo las decisiones que tomamos, las acciones que cometemos y lo bien o mal que decidimos gastar nuestro tiempo de vida.

—¿Y qué comiste hoy, Ronan?. —le pregunto ayudándolo a sentarse en una de las bancas de madera vacías que se encuentran en el parque.

—Mmm... Hoy comí... —me mira, su tono de voz aún es bastante baja, pero hace el esfuerzo de elevarla cuando habla conmigo. — no lo sé. Era algo que sabía a papas y parecía como si lo hubieran aplastado con muuucha fuerza.

Hace movimientos con su mano de estar aplastando algo con el puño, su ceño fruncido, me hace reír.

—¿Puré de papas?. —inquiero para ayudarlo.

—Sí..., eso... era eso. —contesta levantando su dedo pulgar— Pero no me gustó, sabía raro. —hace una mueca de asco.

Me acerco más a él y me inclino para estar más a su altura.

—¿Quieres que te diga un secreto?. —susurro con confidencialidad.

—Sí, dime. —responde también en un susurro, en la expectativa de lo que diré.

—A mí tampoco me gusta el puré de papas.

MISÈREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora