Paciencia
Elizabeth Grace.
Mis pensamientos son un caos total. Recuerdo levemente las cosas que dije en la azotea del hospital, a Alexander, y su forma tan detallada con la que él hablaba, podría considerar admitir que sus palabras fueron tranquilizantes en su momento. Tuve que mantenerme despierta a costa de todo y aún puedo ver los ojos de Alexander cerrados de vez en cuando, él sin siquiera saberlo se había quedado dormido y minutos después despertaba y examinaba mi herida. Muy pendejo el hombre.
Me fijo en la hora de mi reloj, que marca las seis de la mañana en punto, y recuerdo que ya es hora de tomarme la pastilla, debo estar pendiente de mi medicación, la maldita medicina que debería ponerme a dormir, pero en realidad nunca lo hace. Tengo que ir a la empresa, pero por hoy quiero tomarme un día más libre, llevo una semana en reposo y según el doctor ya debería poder caminar mejor, o al menos caminar sin tener que estar deteniéndome a cada tanto para descansar del dolor que me atacaba.
Voy en busca de un vaso de agua a la cocina y cuando lo consigo, alcanzo la pastilla, la meto a mi boca y con un solo trago ya siento a esa pequeña bolita blanca bajar por mi garganta. Siempre cargo ese pensamiento de que un día cualquier pastilla que me trague se quedará atorada en mi garganta y moriré. Algo patético, pero sigo pensándolo.
—¿Cómo te sientes?. —pregunta destilando esa pequeña preocupación característica en su voz cada vez que me habla.
¿Es raro que extrañe la indiferencia de Alexander? La verdad es que necesito que alguien me hable, me diga lo que sea, pero que en su voz no halle preocupación o lástima, solo indiferencia, distancia y frialdad. Prefiero eso antes de sentir como alguien se encariña conmigo o comienza a quererme de una forma que yo jamás podría siquiera imaginar.
Pasa su brazo por mi cintura y me lleva hasta él, escondiendo su cabeza en mi cuello. Siento sus besos en el lugar lo que me obliga a inclinar un poco la cabeza hacia un lado.
—Mejor. —me limito a decir.
He estado estos días en la mansión de Héctor, porque sí, el muy idiota se compró una mansión en New York sólo para pasar quien sabe cuántos días, ya que mi padre me quería obligar a tener como cinco enfermeras para que me supervisaran todos los días y, encima de eso, un montón de guardaespaldas que, realmente, no necesito.
Me canso de solo tenerlo en mi cuello y me giro, aún con su mano en mi cintura, obligándolo a detenerse, para luego besarle los labios con tanta fiereza y ganas que hasta yo quedo sorprendida. Se tarda un poco en corresponder, pero al final cede dejando de lado cualquier gramo de autocontrol que ha tenido estos días.
Me aferro a su cuello y él desliza sus manos por mis muslos hasta levantar levemente la camisa que me he puesto hoy, sus dedos se pasean por el elástico de mis bragas y luego continúa subiendo mientras hace círculos en mi piel. Quito mis brazos de su cuello y detengo sus manos antes de que sigan subiendo para llevarlas hasta mi trasero, donde, al llegar, me toma con fuerza, levantándome y haciéndome sentar en la encimera donde antes estaba el vaso de agua con las pastillas, todo cayendo al suelo al instante. Se separa de mí y se detiene a apreciar mis ojos verdes con tanta devoción que me dan ganas de alejarlo u obligarle a que deje de mirarme y actúe de una buena vez.
Necesito esto maldita sea.
—¿Lo quieres?. —pregunta con sus ojos puestos en mis labios.
—Sí. —susurro dándole mi consentimiento para que hagamos lo que se nos plazca.
No lo piensa dos veces cuando toma mis labios con fuerza, sus brazos me acercan a él antes de sentir sus manos escabullirse hasta mis senos, pero lo detengo antes de que llegue.
![](https://img.wattpad.com/cover/265307447-288-k472047.jpg)
ESTÁS LEYENDO
MISÈRE
ActionElizabeth Grace. Una mujer joven, con sueños y un esplendoroso futuro. No necesita dinero porque para eso trabaja, y, a pesar de que la mayoría de las personas digan que lo que tiene es gracias a ser la hija de Magdiel Grace, ella sabe que no es as...