Capítulo 3: Hiedra

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—¿Mami? ¿Papi es famoso? Todas las personas en la fiesta esta noche estaban actuando como si él tal vez fuera famoso.

—Sí, es muy famoso, cariño. Probablemente la persona más famosa del mundo.

—¿Porque es el jefe de todo el mundo? O ¿porque hizo un Marchadragones hace mucho, mucho tiempo?

—Matadragones, Hiedra. Sí. Pues, en parte porque es el señor del pueblo, pero principalmente porque es el único matadragones que esté vivo hoy. Y no fue hace tanto tiempo.

—Pensé que Tío Piedra marchó un dragón también.

—Mató, Hiedra. No, Tío Piedra no mató la dragona. Solo estaba allí cuando pasó.

—¿Qué significa «mató»?

—...Significa que Papi le dio un golpe muy fuerte a la dragona hasta que ella se cayó y no volvió a levantarse.

—Mami. Sé sobre cazar. Hablas de cómo golpeas a ardillas y conejos con flechas para conseguir nuestra cena.

—Sí-í, un poco. Pero no comió el dragón después.

—¿Por qué no?

—Los humanos no comen los dragones, tonta. Además, tuvo que huir muy rápido de los otros dragones.

—¡Otros dragones! ¿Por qué Papi no mató ellos también?

—Había muchos de ellos, Hiedra. Y los dragones son muy grandes.

—Quiero ver un dragón.

—No lo quieres. Estamos a salvo aquí abajo, muy lejos de los dragones. Tu padre nos mantiene seguros a todos.

—¿Por qué Tío Piedra le estaba gritando a Papi por huir de los dragones? ¿Quería que Papi los matara todos?

—...No, es solo que tu tío... se pone triste a veces, y piensa en aquella noche y se altera.

—¿Por qué se altera?

—Te lo diré cuando seas mayor, Hiedra.

—...¿Mami?

—Hiedra, duérmete.

—¿Los otros dragones estaban enojados con Papi? Pienso que tal vez matar un dragón no es muy simpático. Apuesto que a aquella dragona no le gustó ser golpeada hasta caer y no poder volver a levantarse.

—Es un animal, Hiedra. No tiene sentimientos. Y tu padre es un héroe. Ahora, ssh.

—Mami. Mami. Mami, ¿sabes que Narcisa tiene un conejo de mascota? ¿Podría tener un dragón de mascota?

—NO, Hiedra.

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Hiedra nació en la ciudad oculta de Valentía, años después de que los dragones convirtieron su aldea en cenizas y intentaron cazarlos hasta la extinción. Pasó su infancia en los estrechos túneles que los sobrevivientes y los discípulos del Matadragones habían excavado en la tierra, el único lugar en donde los dragones no podían encontrarlos.

Por supuesto, siempre que su papá contaba la historia épica, rara vez mencionaba la aldea diezmada y los dragones vengativos. En cambio, hablaba de la espada con punta de obsidiana que había encontrado, y cómo la clavó en el ojo de la dragona. Describía el rugido feroz de la dragona amarilla y el fuego que quemó la arena a su alrededor mientras peleaban, y se arremangaba para mostrar las cicatrices de quemaduras que cubrían la mitad de su cuerpo. A veces, si los fans del Matadragones le dieran suficiente para beber, hablaba del tesoro: el oro, las gemas brillantes, el peso del dragón de lazulita en sus manos. Le lloraban los ojos mientras describía el tesoro, la única cosa en su vida que realmente amaba.

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora