—Lo único que tienen que hacer es mirar el cielo —Dedalera dijo por octogésima vez—. Quédense aquí y no se muevan. Si ven un dragón, recuerden cada detalle que puedan, y cuéntennos sobre él luego, cuando regresemos por ustedes. NO salgan de este árbol a solas.
—Santo cielo, ¡lo sabemos! —Narcisa se rió—. Nos quedaremos aquí.
—Lo prometemos —Hiedra añadió. Envolvió la rama arriba de su cabeza con un brazo.
—¿Violeta? —Dedalera dijo severamente.
—¡Lo prometo también! —Violeta puso los ojos en blanco y trepó en una rama más alta.
—Si se comportan mal, la comandante Arroyo nunca dejará que nadie de catorce años salga solo jamás —Dedalera dijo—. Piensen en la responsabilidad que tienen con los adolescentes fastidios en el futuro.
—Es todo lo que pensamos —Narcisa dijo dulcemente.
—Estaremos aquí mismo cuando regresen —Hiedra dijo.
Dedalera soltó un «hm» y se dejó caer del árbol. Ardilla y dos otros la estaban esperando en el suelo, listos para escoltar a unos ciudadanos en una expedición de recolectar frutas. Los Vigiladragones mantendrían un ojo para cualquier dragón, ayudarían a los demás a esconderse si fuera necesario, y los llevarían a casa a salvo.
«Eso es lo que hacen los Vigiladragones —Hiedra pensó mientras se iban—. Son protectores e investigadores. No son secretos revolucionarios. No lo son, sin importar lo que Violeta piense». No había visto ninguna señal de una conspiración secreta durante su primer año de entrenamiento oficial, pero probablemente era la última Vigiladragones en la que alguien confiaría con información así.
Hiedra, Violeta y Narcisa estaban nomas mirando el cielo hoy. Esta era la tercera vez que oficialmente mirarían el cielo afuera, pero la primera vez que fueron permitidas a hacerlo solas. Hiedra lo había practicado mucho con Dedalera, pero la mayor parte de los Vigiladragones adultos no sabían eso, así que tenía que fingir que todo era nuevo y emocionante para ella.
Por otro lado, no tenía que fingir. Todavía era bastante emocionante. Podía dejar todas sus preocupaciones en la ciudad subterránea siempre que buscaba dragones.
Violeta había visto un dragón de arena en una excursión secreta con Dedalera e Hiedra, pero Narcisa todavía no había visto ninguno, y mostraba indignación infinita al respecto.
Hiedra apoyó la espalda contra el tronco y miró el cielo azul.
—Bueno —Violeta dijo en cuanto los Vigiladragones y recolectores de fruta estaban fuera de la vista—. No he tenido suerte con ninguno de los secretos. ¿Y ustedes?
—Nop —dijo Narcisa—. Pero se me olvidó que deberíamos estar trabajando en eso.
Violeta dio un enorme suspiro—. ¿Hiedra?
—Volví a preguntarle a mi mamá sobre Tío Piedra —Hiedra dijo—. Pero me dijo que aún soy muy joven como para escuchar esa historia.
—Por todos los dragones —Violeta dijo—. ¿Qué tan malo es este secreto si catorce es demasiado joven como para saberlo?
—No creo que sea porque tiene catorce —Narcisa ofreció—. Creo que es porque es Hiedra, y su mamá no quiere que sepa nada nunca.
Hiedra no podía discutir con eso. Había muchas cosas que sabía solo porque Violeta y Narcisa le los habían explicado.
—Ni siquiera he intentado descubrir nada acerca de la, esto, el otro secreto —Hiedra dijo—. Pienso que obviamente nadie querrá hablar conmigo al respecto. —«Y tal vez yo no quiero oír de ello».
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Alas de Fuego Leyendas #2: Matadragones
FantasyUna traducción de "Wings of Fire Legends #2: Dragonslayer", lanzado en inglés en 2020 por Tui T. Sutherland. Bajo la sombra de alas, humanos luchan para sobrevivir. Hiedra no confía en el Matadragones. Puede que sea su padre y el amado gobernante de...