Fue una coincidencia maravillosa que llegaran en el Día de Agradecimiento al Dragonmante. Todo el pueblo de Talismán se había reunido para el festival, bebiendo sidra de manzana y teniendo conversaciones fuertes y forzadas sobre lo asombrosos que eran los dragonmantes, como tenían que hacer todos los años.
El sol brillaba en un cielo azur sin nubes cuando Chochín aterrizó en la plaza central con su dragón.
—Hola —dijo en voz cantarín mientras bajaba deslizándose la pierna de Cielo—. ¡Estoy de vuelta!
Nadie gritó ni huyó como en Valentía. En Talismán, los aldeanos se quedaron petrificados, sus donas de manzanas a medio camino a sus bocas. Miraron los dragonmantes, esperando a que los salvaran.
El maestro Trucha estaba junto a la mesa de comida con una boca llena de queso de cabra. Parpadeó de horror mirando al dragón mientras Chochín se le acercaba con aire de despreocupación.
—Hola, persona muy terrible —dijo ella—. Temo que este es tu último Día de Agradecimiento al Dragonmante. ¿Me recuerdas?
—No —dijo él con una voz ahogada.
—Sí lo haces —dijo ella. Llamó con la mano a Cuervo y Cañón, que estaban tratando de esconderse detrás de algunos ciudadanos grandes—. Vengan aquí para recibir su agradecimiento —dijo.
En los árboles, Hoja e Hiedra corrían de un escondite a otro. Habían encontrado a Arándano y Tomillo dos días antes, escondidos en una de las cuevas en las cuales Hoja solía entrenarse con Serbal. Le dijeron que Serbal había regresado a la aldea sola para negociar la vida de Arboleda, y los dragonmantes la habían echado en la cárcel. Ella se había rehusado a darles los tesoros hasta que liberaran a Arboleda, y ellos se habían rehusado a dejarlos ir hasta que tuvieran los tesoros.
—Porque no van a dejarlos ir de verdad —Chochín había dicho—. Los sacrificarán a los dragones en cuanto tengan lo que quieren. —Se frotó las manos—. Pero vamos a detenerlos.
—¿Estás segura de que estás lista para esto? —le preguntó Hoja.
—He estado lista para esto por siete años —señaló ella—. Es sólo que no pensaba que cambiaría nada hasta que me encontraste. Y no sabía lo que sabía hasta que estaba en Valentía, mirando el tesoro, y me di cuenta de lo que había leído. Ahora que lo sé, no puedo no hacer algo.
Hoja subió al techo de la cárcel. Desde ahí, podía ver a Chochín enfrentarse al maestro Trucha. El dragonmante se veía viejo y pálido, pero cada centímetro de su cuerpo radiaba malevolencia.
Él entrecerró los ojos —Tú —dijo lentamente.
—¿Deberías estar muerta? —adivinó ella—. Mi dragón y yo no estamos de acuerdo. Pensamos que el mundo es mejor si me tiene a mí.
Hoja sonrió. Trataba de acordarse de decirle eso todos los días.
—Cómo... —empezó el maestro Trucha, y Chochín terminó su oración otra vez.
—¿Sobreviviste? —dijo ella—. Usé ese mal humor y terquedad de los que siempre te quejabas. Escucha, esta conversación va a tardar una eternidad si tenemos que esperar a que completes una oración, así que voy directamente a la parte emocionante. Oigan, Talismán, ¿sabían que sus dragonmantes eran traficantes de tesoro? Robaban tesoros del palacio en las montañas, probablemente más de una vez. Pero no había tres de ellos entonces. Había cuatro. —Levantó cuatro dedos y se giró, asegurándose de que todo el mundo la estaba mirando.
—¿Saben qué pasó a la cuarta? —dijo Chochín—. No, no tú, Trucha; sabemos que vas a mentir. La cuarta traficante de tesoros, damas y caballeros, fue la primera persona que nuestros magníficos dragonmantes decidieron «sacrificar a los dragones». ¿Por qué? Hay dos razones geniales. Uno, fue muy dramático. Estableció a los dragonmantes como videntes místicos que recibían mensajes desde los dragones, como «¡maten a su amigo, por favor, tenemos mucha hambre hoy!». Todos de ellos son mentiras, por si están curiosos.
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Alas de Fuego Leyendas #2: Matadragones
FantastikUna traducción de "Wings of Fire Legends #2: Dragonslayer", lanzado en inglés en 2020 por Tui T. Sutherland. Bajo la sombra de alas, humanos luchan para sobrevivir. Hiedra no confía en el Matadragones. Puede que sea su padre y el amado gobernante de...