Capítulo 9: Hiedra

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—¡Al fin suceda! —Hiedra bailó por la habitación de Violeta, extendiendo los brazos—. ¡Este es el día que al fin nos convertimos en Vigiladragones! ¡No puedo creerlo!

—Yo no puedo creer que nos convenciste de hacer esto —Violeta dijo en su hamaca. Pasó una página de su libro—. Iba a estar en la clase del consejo legal.

—¡Aburrido! —Narcisa gritó. Agarró las manos de Hiedra y la giró—. ¡Vamos a ver dragones y mirar dragones y montar dragones!

—Ver y mirar son dos palabras para la misma cosa —Violeta observó—. Y definitivamente no vas a montar ningún dragón, lunática.

Hiedra había imaginado este día durante tanto tiempo, pero nunca había creído que iba a hacerse realidad: que todavía sería la mejor amiga de Violeta y Narcisa cuando tenían trece, que todavía hablarían entre sí, que todas empezarían el entrenamiento de Vigiladragones juntas.

—Vámonos ahora —sugirió—. ¡Lleguemos temprano!

—Eso será tan nuevo para Narcisa —Violeta dijo—. No estoy segura de que su corazón pueda aguantarlo.

—Llegué a la escuela temprano el año pasado —Narcisa dijo orgullosamente. Su cara se oscureció—. Porque Margarita me mintió sobre qué hora era. Pero solo funcionó una vez. ¡Nunca dejé que me engañara otra vez!

Ahora que tenía trece, Narcisa llevaba una cola de caballo, y normalmente lograba "perder" la cinta amarilla que su madre ponía en su cabello, a menudo antes del almuerzo. De las tres, estaba probablemente la más emocionada por el uniforme de los Vigiladragones, ya que significaba que al fin podía llevar un color oscuro.

Violeta era la más alta y recibía las mejores notas, excepto cuando sus maestros las bajaban por hacer demasiadas preguntas o discutir sobre los detalles. Se había cortado el cabello a la altura del mentón, y había convencido a Hiedra de dibujar alas de dragones en los dorsos de sus manos. Todo el mundo pensaba que representaban su nuevo estatus como Vigiladragones, pero secretamente eran símbolos de las Buscadoras de la Verdad.

Hiedra había pensado en cortar el pelo también, pero sabía que su madre estaría enojada. No estaba convencida de que ser una Vigiladragones fuera una buena idea en primer lugar, así que Hiedra no quería darle otra razón de estar alterada.

La ceremonia de bienvenida para los Vigiladragones estaba en uno de las cuevas más grandes, no muy lejos de la salida donde Hiedra se había estado escabulliendo con Dedalera por los últimos cinco años. Dos Vigiladragones ya estaban allí cuando llegaron: Ardilla y la comandante, Arroyo.

La mayoría de los Vigiladragones empezaban a entrenar a los trece años, hacer guardia en las salidas a los quince, cumplir misiones fuera a los diecisiete, y luego, si sobrevivían, normalmente cambiaban a otro trabajo en las cuevas entre las edades de veintidós y veinticinco. Arroyo era una de los únicos que se habían quedado: era de unos cuarenta años, ganaba cada concurso de fuerza que la aldea realizaba, y por lo visto, le encantaba reclutar a nuevos Vigiladragones más que nada en el mundo.

—¡Mis bebés! —gritó entusiasmada mientras Hiedra, Violeta y Narcisa entraron—. ¡Tan listas para aprender! ¡Son mis favoritas! —Se les acercó galopando y les dio la mano, sonriendo.

—¿Qué hay de mí? —Bosque le preguntó, siguiéndoles con una expresión herida.

—Eres mi hijo favorito —Arroyo aclaró—. Estas son mis reclutas favoritas.

Bosque parecía escéptico sobre la distinción, quizás porque era el único hijo de Arroyo. Hiedra no habría adivinado cinco años antes que él querría ser un Vigiladragones como su madre. Aún no pensaba que podría cumplir la patrulla callada sin fingir tirarse un pedo, partirse de risa, caer de un árbol, o prender fuego a algo por accidente. Violeta estaba segura de que le habían permitido a unirse solo debido a Arroyo, aunque, como dijo—, También aceptaron a Narcisa, así que tal vez es solo que tienen estándares muy bajos. —Eso había empujado a Narcisa a robar todos sus utensilios de escribir por una semana, una forma de tortura muy específica a Violeta.

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora