Hoja desenrolló el cianotipo sobre la mesa y Arándano lo miró con un grito de asombro.
—Lo lograste —Arboleda dijo—. ¡Hoja! Esto es increíble.
—Eres locamente valiente, chico —dijo Tomillo.
Le había llevado meses de momentos furtivos en copiar el cianotipo, cuidadosamente dibujando cada detalle mientras el corazón le latía con fuerza y cada sonido sonaba al regreso del Maestro Trucha.
—¿De verdad es el palacio de los dragones de las montañas? —Hongo preguntó con escepticismo—. ¿Cómo lo sabemos? ¿Pero qué rayos es esto? —Señaló una mancha en el rincón superior izquierdo—. Y por aquí... ¿«prisión»? Eso no parece una prisión. Parece unas columnas.
—Solo sé lo que copié —Hoja dijo—. Tendremos que confíar en que el que lo hizo, y todos los que añadieron notas, sabían qué estaban haciendo.
Hongo bufó, pero todos los demás asintieron con la cabeza.
—Esto cambia todo, Hoja —Serbal dijo—. Fue arriesgado, pero significa que ahora puede que nuestro plan funcione.
Él le dio una sonrisa. Aunque era alto para alguien de quince años, ella todavía era más alta que él—. Lo hice por Chochín —dijo.
Tristeza y algo más cruzaron su rostro, y apartó la mirada rápidamente.
—No estoy seguro —Hongo farfulló—. Si esto es incluso remotamente correcto, significa que nuestro plan es aún más estúpido que antes. ¡Miren todos los pisos! ¿Dónde guardan el tesoro?
—Según las notas, la mayor parte de él está aquí —Hoja dijo, señalando un par de cuartos en el centro del palacio—. Pero no sabemos qué tan antiguo es este mapa, ni si los dragones lo hubieran trasladado.
—Genial. —Hongo puso los ojos en blanco—. Así que vamos a colarnos en un palacio lleno de dragones basado en una copia que un chico garabateó de un dibujo antiguo y poco fiable que puede ser toda una fantasía.
—Diablos, sí, lo haré —Tomillo se ofreció—. No tengo miedo. —Le hizo un guiño a su hermano, cosa que incluso Hoja podía adivinar era una mala idea.
Hongo frunció el ceño y se fue enojando, mascullando para sí mismo.
—Gracias, Hoja —Arboleda dijo, colocando una mano sobre el hombro—. Regresa a los dragonmantes. Estudiaremos esto y decidiremos qué hacer.
–
Dos días después, Serbal apareció al portón del jardín del Maestro Trucha al mediodía. Esto nunca pasaba, y Hoja tampoco había visto su cara hacer lo que estaba haciendo, que era algo como intentar no enloquecer y algo como caer a pedazos y algo como si estuviera a punto de apuñalar a alguien, todo al mismo tiempo.
—Esto —dijo él, echándole una mirada al otro aprendiz, que estaba fuera del alcance del oído (esperaba), trabajando en las flores al lado de la casa—. ¿Hola?
—Hoja —Serbal susurró, agarrando los postes del portón y agachándose para mirarlo a través de las tablillas—. Tenemos un problema.
Hoja vertió su cesta de frijoles en el suelo a propósito y se agachó para recogerlos—. ¿Qué pasó? —le susurró. El Maestro Trucha estaba dentro de la casa, pero puede que los estuviera espiando a través de una cortina polvorienta.
Serbal se frotó los dedos nerviosamente—. El mapa —dijo—. El cianotipo, lo que sea. Ya no lo tenemos.
Ahora Hoja dejó caer la cesta de verdad—. ¿Qué? —gritó—. ¿Qué quieres decir? ¿Lo rompiste? ¿No podemos arreglarlo?
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Alas de Fuego Leyendas #2: Matadragones
FantasíaUna traducción de "Wings of Fire Legends #2: Dragonslayer", lanzado en inglés en 2020 por Tui T. Sutherland. Bajo la sombra de alas, humanos luchan para sobrevivir. Hiedra no confía en el Matadragones. Puede que sea su padre y el amado gobernante de...