Capítulo 6: Hiedra

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Hiedra oyó a su madre acercarse y colocó sus papeles bajo el libro que estaba fingiendo leer. No creía que sería castigada por dibujar dragones todo el tiempo, pero sabía que a sus padres no les encantaba. «¿Por qué no puedes pasar tu tiempo con algo más útil?» y «Qué desperdicio de papel» eran dos comentarios que había recibido al intentar mostrarles sus dibujos.

Su madre se asomó la cabeza de la puerta—. Esas chicas están aquí otra vez —dijo con desaprobación—. Pero puedo decirles que estás estudiando.

—¡No, no! Ya he terminado con mi tarea —Hiedra dijo con sinceridad—. Por favor deja que se queden.

Su madre suspiró y regresó a su recibidor, donde Hiedra podía escuchar a Violeta y Narcisa discutir. El club de las Buscadoras de la Verdad había durado, contra todo pronóstico, más de un año en ese momento. A pesar de sus peleas, Violeta y Narcisa eran ferozmente leales: entre sí, a la idea de su club secreto, y, como resultó, a Hiedra también.

Narcisa se lanzó en el cuarto primero, saltando en la hamaca de Hiedra para que se balanceara de un lado a otro. Sus cintas amarillas estaban torcidas, y se veía como si acabara de correr de un lado de Valentía al otro, aunque siempre se veía un poco así.

—Por mis estrellas, hola —Narcisa espetó—. He estado tan preocupada hoy, ni siquiera puedes imaginarlo. Los Vigiladragones van a tener una gran reunión esta noche y estaba tratando de averiguar cómo colarnos pero es casi imposible excepto que creo que tal vez encontré un túnel secreto en la cueva y tal vez puedo caber allí si me cubro de mantequilla y aguanto la respiración y no como nada durante el resto del día.

—¿Tienes algunas meriendas? —Violeta preguntó inocentemente, entrando por la puerta.

—Tengo zanahorias y nectarinas —Hiedra dijo. Tenía que tumbarse mientras Violeta se sentaba cuidadosamente a su lado.

—Aaaarg, ¡son tan mezquinas! —Narcisa dijo, lanzándose de la hamaca para agarrar un trozo de nectarina.

—No puedes colarte en aquella reunión de todos modos —Violeta señaló—. Ese túnel es demasiado pequeño, y aunque quepas allí adentro, definitivamente te notarán jadear y resoplar y oler a mantequilla. Además, la reunión es después de la hora de acostarse, y tus padres son muy estrictos al respecto.

—Y Margarita probablemente me delataría si intentara escapar —Narcisa farfulló, entrecerrando los ojos.

—Además —Hiedra añadió—, si espías a una reunión de los Vigiladragones, puede que no te dejen convertirse en una Vigiladragones algún día, y eso sería super-triste.

Violeta levantó las cejas—. Espera. ¿Quieres convertirte en una Vigiladragones?

Hiedra echó una mirada hacia la cola enrollada en el dibujo mitad cubierto por su libro—. Tal vez —dijo—. Es decir... saben tanto acerca de los dragones.

Violeta sacó el dibujo para verlo—. Vaya, cool —dijo. Lo sostuvo para que Narcisa pudiera verlo.

—¡Te estás volviendo tan bueno en eso! —Narcisa gritó—. ¿Cuál es eso?

—El dragón marino —Hiedra dijo—. Creo que la cara es demasiado de caballo. Las alas siempre son divertidas de dibujar, pero las piernas son TAN difíciles.

Violeta sacó el libro para mirar el dibujo original, luego el de Hiedra de nuevo—. Bueno —dijo lealmente—, tal vez el tuyo es cómo se ven de verdad. No es que nadie de aquí haya estudiado uno desde cerca, así que ¿cómo lo sabríamos? Me gusta más el tuyo.

—¡A mí también! —Narcisa dijo rápidamente.

—Ni siquiera viste el dibujo en el libro —Violeta señaló—. Solo estás diciendo eso porque yo lo dije.

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora