Capítulo 22: Hoja

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Hoja gritó, luchaba y golpeaba las garras del dragón, pero el dragón se limitó a echarle un vistazo y soltar algo semejante a una risita.

«Vaya». Este tenía una cara completamente diferente, cuadrada y plana en la parte superior. Y era marrón, el color cálido de la corteza de un árbol, como los ojos de Chochín. Sus ojos eran marrones también, y más humanos que los de cualquier dragón que Hoja había visto antes.

Si no fuera el pensamiento más ridículo que jamás había tenido, incluso diría que los ojos del dragón le estaban brillando, como si los dos estuvieran compartiendo un chiste.

Además, los dos dragones anteriores lo habían aferrado con fuerza y sin cuidado, como una zanahoria serpenteante y molestosa; este lo acunó en las garras, igual de como Chochín solía llevar a conejitos del jardín para que nadie los atraparan y los mataran.

—¿Cúal rayos tipo de dragón eres tú? —Hoja gritó—. ¡No te tengo miedo! ¡Si me devores, voy a arrancarte los dientes, hincarte al estómago y hacerte sufrir! Voy a ser un matadragones, ¿entiendes? Es mi destino, así que no me puedes devorar, porque eso no es mi destino, así que -

El dragón marrón llegó a la cima del acantilado y aterrizó con torpeza en las garras traseras. Manteniendo el equilibrio con las alas, se agachó y abrió las garras, colocándolo junto a una roca con una delicadeza sorprendente.

Las piernas de Hoja casi se derrumbaron bajo él. Miró el dragón, parpadeando confundido.

Pareció... que estaba sonriendo.

«Los dragones no sonrían, ¿verdad, Chochín?».

—Rrrrr rrrrmbl rrrrgl rrrrrrbpt rrrrrfl —el dragón dijo.

«ME ESTÁ HABLANDO».

El dragón señaló a las montañas, empujó a Hoja suavemente con una garra, entonces giró y regresó volando en el palacio a través del agujero en el techo del salón central.

Hoja tuvo que sentarse.

Cubrió la cara con las manos e intentó pensar.

«Este dragón... ¿me ayudó?

»¿Por qué no me devoró?

»¿Que estaba intentando decirme? Pareció que sabía que estoy escapando... como si eso es lo que quiera que yo haga.

¿POR QUÉ UN DRAGÓN ME AYUDARÍA A ESCAPAR?».

No podía entenderlo. No había ninguna razón para que ese dragón lo atrape y luego lo deje ir. ¿En serio el dragón lo miró trepar, se dio cuenta de que necesitaba ayuda, y decidió llevarlo a la cima del acantilado?

Podía haberlo devorado en un abrir y cerrar de ojos. Debería haberlo devorado.

Sin duda cualquier otro dragón lo habría devorado, o lo habría dejado caer y morir.

«¿Ese dragón era... raro? O ¿es que hay muchos dragones amables en el mundo? ¿Viven juntos con los sanguinarios que se comen a las personas?».

Había estado sentado allí durante bastante tiempo, intentando entender esta idea y recuperarse de la subida y el shock, cuando cuatro dragones volaron disparados del agujero en el techo. Se veían a los que había visto antes: uno del color de cobre que estaba envuelto en humo, uno azul que estaba frunciendo el ceño, y el marrón amable, además un nuevo, mucho más grande con una cicatriz de quemadura en la cara.

Hoja se escondió en la sombra de la roca mientras volaban hacia el sol y se fueron, bajándose sobre el acantilado que él había trepado.

«Sí, "marrón amable". Probablemente tiene indigestión hoy. Eso explica la expresión que parecía una sonrisa. Estaba lleno y le dolía el estómago, así que me dejó ir.

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora