Capítulo 25: Hoja

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Hoja no pudo creer que por fin lo había encontrado. ¡Valentía, el hogar del Matadragones! Era real, y por fin él había llegado aquí.

Sin embargo, nunca había imaginado que estuviera bajo la tierra. El nombre «Valentía» le traía a la mente imágenes de una ciudad construida sobre una colina, edificios que surgían hasta las nubes y gente que se enfrentaba a los dragones sin miedo. Pero los ciudadanos de Valentía vivían como topos. Supuso que era más seguro así, pero no era lo que él esperaba.

Su corazón latía por ansiedad mientras él seguía a sus rescatadoras por los túneles. Nunca había estado en otra aldea humana salvo a Talismán antes. Una familia vagabunda le había dicho cómo llegar a Valentía y le había dado un mensaje para el Matadragones, y él había estado con ellos por sólo una noche. Nunca había estado rodeado por tantos extranjeros antes.

«Hoja, cabeza de arándano —Chochín lo regañó en su cabeza—. Sobreviviste a un gigantesco palacio lleno de dragones. Creo que puedes tratar a un grupo de humanos desconocidos. O sea, al menos probablemente no intentarán devorarte».

Bueno, si cualquiera de ellos lo intentara, probablemente sería Violeta, la alta con el cabello corto y la mirada analizante. Ella lo estaba escudriñando de pies a cabeza como si estuviera estudiando para un examen, excepto que el examen era para él.

A su lado estaba Narcisa, que no paraba de saltar y tocar el techo del túnel, haciendo rebotar su cola de caballo. Se mantenía cerca de las otras dos, especialmente Violeta, y movía las manos mucho siempre que hablaba, que hacía mucho.

Y la última era Hiedra, la que había distraído al dragón y se lo había llevado a Valentía. Tenía una sonrisa amable y un cabello largo y negro, que era atado cuando la vio por primera vez, pero que se escapado de su goma mientras corrían. Ella tenía el hábito interesante de mirar a sus amigas todo el tiempo, como si estuviera esperando a que doblaran fuera de curso para que pudiera devolverlas al camino correcto.

Ella caminó al lado de Hoja y empezó a señalar los lugares de interés en Valentía. Andaron por un gran salón donde «pasan los anuncios y destierros», dijo Hiedra, pero Hoja no se dio cuenta de que dijo «destierros» por un rato. Estaba demasiado distraído por la gente que paseaba por los túneles como si esta fuera una aldea ordinaria. De hecho, la diferencia más grande entre este lugar y Talismán era que la gente no echaba vistazos aterrorizados al cielo, encogiéndose de horror con cada ruido que podría ser un aleteo o una campana de alarma. Todo el mundo parecía tan tranquilo.

«Así que hay una ventaja de vivir bajo la tierra», Hoja pensó, y la Chochín en su cabeza bufó.

—¿Por qué nadie más está vestido de verde como ustedes? —Hoja le preguntó a Hiedra.

—Somos Vigiladragones —Hiedra dijo alegremente—. Este es nuestro uniforme. Pero no somos las únicas; mira, allí está Palomillo, él es otro. —Saludó a un chico que les pasó llevando una cesta de hilo.

—¿Qué hacen los Vigiladragones? —Hoja vio un rayo de luz que caía en las cuevas a través de un pequeño agujero en el techo. Otro Vigiladragones estaba agachada en un saliente, mirando el cielo.

—Estudiamos los dragones —dijo ella—, y los vigilamos cuando las personas están afuera y guardamos las entradas para que nadie los lleve a nosotros.

El estómago de Hoja se hundió—. ¿Son como los dragonmantes? —dijo nerviosamente.

—No sé qué es un dragonmante —dijo ella, ladeando la cabeza.

—Tienen visiones sobre qué quieren los dragones y cómo tranquilizarlos —dijo él—. Al menos, dicen que lo tienen. Pero están mintiendo.

Ella levantó las cejas—. Um, no, los Vigiladragones no son así en absoluto.

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora