Capítulo 37: Hiedra

36 2 0
                                    

Hiedra se reunió con Chochín y Cielo en las ruinas del templo antiguo, en medio de un bosque que brillaba por la lluvia dejada por la tormenta anoche, y su primer pensamiento fue, «Esto va a cambiar mi vida, y las vidas de todo el mundo para siempre».

Cielo era un dragón de las montañas; ella podía ver eso de inmediato por la estructura de sus huesos y el tamaño de sus alas, aunque el color de sus escamas era más cerca de durazno que rojo o anaranjado, y sus ojos eran de un azul pálido pacífico. Estaba acostado en el césped al pie de la escalera del templo, alas plegadas con cuidado en su espalda, mirando fijamente una oruga al subir un diente de león.

En los escalones, Narcisa estaba sentada con una adolescente con pelo rizado y rebelde, y la nariz y los brazos cubiertos de pecas. Se estaban riendo mientras Hiedra, Hoja y Piedra cabalgaron del bosque.

—¡HIEDRA! —chilló Narcisa, haciendo que Cielo se crispara las alas en alarma. Corrió hacia el caballo de Hiedra, atrapándola en un abrazo mientras ella intentaba bajarse—. ¿Adivina qué? —gritó antes de que Hiedra pudiera decir nada—. ¡Yo monté a un dragón! ¡YO! ¿Recuerdas que Violeta dijo que nunca lo iba a hacer? ¡PUES, JA, ELLA ESTABA EQUIVOCADA! Este es él, el mejor dragón del mundo, ¿no es bello? —Señaló a Cielo, que giró sobre su espalda y les sonrió a las dos.

—Y esta es Chochín —dijo Hoja, sonriéndole a su hermana.

—Ah, sí —dijo Piedra—. La otra loca que se hace amigos con los dragones. Mucho gusto. —La saludó con una inclinación de la cabeza, sacó las riendas de los caballos sedientos y se fue para llevarlos al arroyo más cercano.

Cielo los miró irse con una expresión de deleite: una mitad «¡Caballos! ¡Mira sus crines asombrosos! ¡Son increíbles!» y una mitad «Yo viajé la misma distancia y yo no estoy cansado, animales bobos».

—Hola, Chochín —dijo Hiedra. «¡Ojalá le caiga bien!»—. Hoja habla de tí todo el tiempo.

—Hola —dijo Chochín—. Supongo que eres la mágica Hiedra.

—Nunca dije «mágica» —dijo Hoja, pareciendo avergonzado.

—Bueno, pensé que eso sería menos embarazoso para todos que todas las cosas que sí dijiste —respondió Chochín.

—CHOCHÍN —gañó él.

—Oh, vaya —dijo Narcisa, echándole una mirada asombrada a Chochín—. Te has perdido tantos años de ser una hermana menor, pero ¡tienes un don! Quédate conmigo y te enseñaré todo lo que sé sobre aterrorizar.

—Básicamente, estás condenado —le dijo Hiedra a Hoja con una sonrisa. Él se agarró la cabeza en desesperanza de broma.

La sonrisa de Hiedra desvaneció mientras ella giraba hacia Narcisa—. ¿Hay algunas noticias desde Valentía? —preguntó ella—. ¿Mi padre ha hecho alguna otra cosa mala? —Tenía miedo de que estuvieran fuera por demasiado tiempo, y se sentía muy culpable que habían tenido una aventura maravillosa de montar a dragones sin hacer nada para ayudar a sus amigos.

«Rosa probablemente tenía razón sobre mi papá», admitió a sí misma. Y entendía por qué Rosa quería quedarse donde estaba, probablemente más que alguien aparte de Chochín podía entenderlo.

Pero ¿ahora cómo Hiedra iba a salvar a Violeta, Dedalera y el resto de Valentía?

Tenía una idea... pero involucraba pedir mucho de alguien que no conocía.

Narcisa negó con la cabeza y se agachó al lado de Cielo para rasgarle la barbilla—. Bosque nos visitó ayer. Dijo que las cosas generalmente son lo mismo, excepto que más personas se ponen inquietos y enojados con el Matadragones cuanto más tiempo pase buscando a Hoja. Los Vigiladragones eran los protectores de la aldea desde antes del nacimiento de Brezo, antes de que nos mudamos bajo la tierra... todos tienen dificultades para verlos como el enemigo, según Bosque. Pero también dijo que eso significa que tu papá probablemente no esperará mucho más. Si cree que está perdiendo el control de Valentía, puede que empiece a ejecutar a personas, aunque no tenga el «asesino de la Ciudad Indestructible» para mostrar como una prueba.

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora