Capítulo 32

900 69 0
                                    

08 de mayo 2019.

Niklaus.

Dos semanas sin saber nada de ella, comenzaba a soportar la idea de que probablemente nunca fuera a regresar y otras veces pensaba que Eric la tenía a su lado volviendome loco con solo imaginarlo, quería destrozar el mundo para encontrarla pero no sabía si ella quería ser encontrada así que todo esa rabia que sentía la decidí enfocar en Cohen.

–¿Cohen?–me dirigí a Theo.

–Nada señor, no sabemos nada de su paradero.

Lo último que supe de Cohen fue que Theo le había disparado en el pecho después de que el hubiera herido a Elina, ni Fiore ni Nina habían vuelto a aparecer, parecía que al igual que mi esposa la tierra se los hubiera tragado.

–¿Dagach?

–No responde.–se mantuvo firme.

–¿No pueden hacer su trabajo?–golpeé la mesa– ¿Les cuesta tanto averiguar los que les ordenó?

–No señor.–respondieron todos al unisono.

–Quiero que encuentren a Cohen y contacten a Dagach.–demande– ¡Para ya!

–Si señor.–se fueron.

Todos abandonaron el despacho dejándome solo un segundo antes de que Bogdan entrará con el rostro serio como ya era costumbre, me acomode en la silla y mi vista inevitablemente cayó en la foto sobre el escritorio sintiendo como todo el cuerpo me ardía.

–Tengo noticias.–se sentón delante de mí.

–Te escucho.–dije mientras metía el portaretrato en el primer cajón del escritorio.

–He investigado con colegas sobre si Cohen recibió atención médica...–se detuvo.

–Esta vivo.

–Si, Eric está vivo pero no gracias a Fiore.–se acomodo el saco.

–Nina.–dije en voz alta.–¿Sabemos dónde está Fiore?

–Escondido en algún lugar de Italia.–manifestó serio.

–Si llegamos a Fiore tal vez podamos...

–No, ya lo intentamos una vez y no salió como esperábamos.–me interrumpió.

–Tal vez si lo amenazamos...

–Niklaus.–nego con la cabeza.

Suspiré.

–¿Kara intento rastrear a Nina?–cambie de tema.

Asintió.

–No tuvo el resultado que queríamos.

–¿Retiró el rastreador?–pregunte curioso.

–Destruyo el dispositivo, no tenemos acceso a nada más.

Bufé, por supuesto.

–Mierda, regresamos al inicio.–golpeé la mesa.

Me recliné en la silla entrelazando mis dedos y sin evitarlo ella regreso a mi mente como si se tratará de una tortura recordarla, nunca me había arrepentido tanto de no hacer algo hasta que Cohen volvió ha aparecer y supe que tuve que haberlo matado desde hace mucho tiempo.

–No se por donde comenzar a buscar.–suspiré cansado.

–Volverá a aparecer, dale tiempo.

No sabía si se refería a Elina o a Cohen.

–No tengo tiempo Bogdan.–me levanté y salí del despacho.

\•\•\•\

Nina.

Un parche de color blanco le cubría la herida que aún se encontraba en proceso de sanación, aquella pequeña cicatriz era una marca de guerra contra Elina aunque él aún parecía no aceptar que «su mujer» como la llamaba realmente nunca lo fue, intenté que se diera cuenta de que lo único que ella quería era acabar con él matandolo pero se seguía negando advirtiendo que si seguía por ese camino la única que terminaría muerta sería yo.

–He logrado conseguir algo de comida.–dije dejando las bolsas sobre la mesa– ¿Cómo te sientes?

Me miró desde la silla de ruedas en silencio como si le hubieran cortado la lengua, tenía las ojeras de un ligero color morado que evidenciaba su falta de sueño.

–No puedes no hablarme Cohen.–me acerque.

–¿Quieres ver qué si puedo?–murmuró malhumorado entre dientes.

–Has hablado, es un avance.–sonreí.

Sentía compasión por él, sabía la historia desde que había acogido a Elina bajo su ala convirtiéndola en la mujer que hoy en día es, sentía cierta admiración por ella al igual que repudió por todo lo que le había hecho a Eric pero sobre todo sentía rabia al ver a Eric aún bajo su hechizo.

–¿Sabes algo de ella?–cambió de tema.

Evite poner los ojos en blanco.

–No.–respondí tajante esperando que dejara el tema por cerrado.

–¿Y qué esperas para averiguar dónde está?–se movió con la silla mostrando que estaba de mal humor– ¿No es ese tu trabajo Nina?

Guarde silencio observando como algunos cabellos le caían en la frente por el movimiento que hacía al girar las ruedas de la silla, los músculos de sus brazos se marcaban por el esfuerzo que hacía aunque pronto mis ojos cayeron en su abdomen aún marcado sintiendo como mis piernas temblaban.

Eric tenía treinta y nueve años y seguía luciendo como un hombre joven con un cuerpo bien trabajado, la tentación de cualquier mujer.

–¿Vas a quedarteme viendo o vas a darme de comer?–gruñó.

Había escuchado tantas cosas de él y su relación con Elina, muchos decían que él la trataba como cualquier mujer quisiera que un hombre la tratará, como todo una reina cumpliendo sus caprichos, manteniendola a salvó sin importar que eso significará sacrificar a su equipo por ella sin embargo a ella no pareció importarle porque a la primera oportunidad se fue con otro hombre, no podía negar que Niklaus Schwarz era un hombre muy atractivo pero ¿por qué irte con alguien más cuando ya lo tenías todo? Sentía que faltaba una parte importante en la historia que Eric me había contado.

–¡Mierda Nina! ¡Está caliente!–elevo la voz sobresaltandome.

Molesta deje el plato en la mesa.

–¡Deja de tratarme así! ¡Solo estoy intentando ayudarte!

–¡Nadie pidió tu puta ayuda!

Me levanté de la silla mirándolo enfurecida.

–Sino fuera por mí, tu ya estarías muerto.–me incliné hacia él.

–Si esperas un agradecimiento puedes sentarte porque eso no sucederá.–me miró con frialdad.

–Ella jamás regresará a ti.–me aleje lista para marcharme.

–Deberías cuidar como me hablas Nina a menos de que quieras aparecer dentro de una maleta muerta.–se levantó de la silla y avanzo hacia mí.

–No te tengo miedo Cohen, lo único que tienes en este momento es a mí.–lo empuje del pecho– Fiore se ha marchado y nadie más meterá las manos al fuego por ti.

Se tenso, pude ver cómo quiso golpearme pero se contuvo. Suspiro guardando silencio un momento pensativo antes de volver a hablar:

–Tengo un trabajo de ti.–susurró en tanto se sentaba de vuelta en la silla de ruedas.

Amargo Paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora