Capítulo 55

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ADVERTENCIA:
El siguiente texto contiene contenido que no puede ser apto para todos. Lee bajo tu responsabilidad.


Manhattan.
11 de julio 2019.

Elina.

–¡Pide que se detengan por favor!–sus palabras envueltas en una súplica me hizo sonreír mirando como su cuerpo se encogía en el piso.

–¿Por qué haría eso?–la rabia corría por mis venas sabiendo que no tendría piedad a la que un día llame tía– ¿Acaso tú te detuviste, Ava?

–¡Perdóname!–sollozó intentando incorporarse pero sus brazos le fallaron.

–No se cómo mi madre pudo llamarte mejor amiga.–me puse en cuclillas delante de ella tomando un puñado de su cabello rubio– Mira que hay muchas formas de traicionar pero follarte y ayudar a la persona que sabes que nos hizo la vida un infierno, joder Ava, te creía un poco más inteligente.–tome el cigarrillo que Kol me extendía y lo apague en la mejilla de Ava mirando como las lágrimas caían por sus mejillas sucias.

–Me quitaste lo que más quería.–el dolor era evidente en su voz.

–Tú no sabes querer.–escupí furiosa estrellando su cabeza contra el piso– Que bueno que Charlotte no está viva para ver en lo que se ha convertido su madre.

–No te atrevas.–sollozó.

–Alexander y tú están hechos el uno para el otro, igual de mierdas.–me levanté y le di una patada en el rostro que consiguió sacarle sangre de la boca– Pronto se van a reunir.

–Perdóname por favor, prometo que no sabrás nada de mí.–el miedo era palpable en su voz.

–Te di una oportunidad Ava y no la supiste aprovechar.–con la suela de mi zapato la empuje por el abdomen dejándola boca arriba, me senté a horcajadas sobre su regazo empuñando una daga con el suficiente filo como para que con un solo roce cortará su piel– Pudiste ir a cualquier parte del mundo pero decidiste regresar y ayudarlo.

–Elina se que eres buena, detrás de todo ese dolor aún sigues siendo la niña dulce que... ¡Ah!

La sangre salto del corte en su clavícula.

–Ya no queda nada de esa niña dulce.–hice otro corte cerca de su ojo que seguía el movimiento del filo– si tan solo...

–¡Por favor no me mates! ¡Recuerda que te ayude cuando más me necesitabas!–sollozó presa del pánico al ver la su propia sangre manchando la daga.

–¿De qué mierda me sirvió? ¿Eh?–comencé un nuevo corte de su hombro hasta la mitad de su brazo– ¿Sabías que Eric secuestro a Kaira y la lastimó? ¿O también solo te contó lo que le convenía?

Sus ojos me afirmaron que no lo sabía, me reí en su cara siguiendo con el corte hasta su muñeca dejando que la sangre manchara debajo de ella, levanté mi mirada a Theo que acababa de entrar a la habitación con sus facciones endurecidas que me obligaron a levantarme e ir hasta él.

–¿Qué pasa?–me limpie la sangre en la ropa.

Dudo un segundo antes de abrir la boca y decir:

–Eric sabe de Strom.

No hizo falta que las piezas comenzarán a encajar en un perfecto rompecabezas que arme con facilidad sabiendo quien había sido la persona que le había dicho aquello, a pesar de que sabía que Strom estaba seguro mi cuerpo se calentó en llamas yendo de regreso a Ava que me miraba desde el piso quitarle el seguro a mi arma y dispararle en el abdomen.

–Te deje entrar en mi vida, en la de mis hermanos y en la de mi hijo.–dije entre dientes mientras tomaba el galón que contenía gasolina y comencé a vertirlo en el cuerpo de Ava– Y nos traicionaste, no has hecho nada más que traicionarnos.

–Elina.–se arrastró por el piso cuando la flama del mechero apareció.

–Vas a sentir en carne propia como las putas llamas del infierno me han consumido todos estos años.–lance el mechero al piso que siguió el camino que Ava había dejado hasta su cuerpo.

Sus gritos de súplica hacían eco en mi cabeza mientras que mis ojos se encargaban de grabar la imagen del fuego consumiendo su cuerpo, ojalá hubiera sentido un poco de culpa por haberla matado así pero no había rastro de ella.

–Pudrete en el puto infierno.–su cuerpo recibió el impacto de once balas más que la dejaron tendida en el piso con el cuerpo sangrando y las llamas terminando de consumirla.

Mire a mi yo pequeña al otro lado mirando la escena con terror el cuerpo sin vida de su tía favorita, sacudí la cabeza dándole una última mirada a su cuerpo calcinado antes de girar sobre mis talones y salir de la habitación yendo al despacho donde se encontraba Niklaus mirando la pantalla de su celular.

–¿Están bien?–logre decir cuando el subidon de adrenalina bajo.

–No hay nada de que preocuparse bebé, ya no pueden hacerles daño.–me aseguro rodeando el escritorio hasta acercarse a mí dejando un beso en mi sudorosa frente– en el baño tienes ropa limpia.

Asentí yendo al baño del despacho deshaciendome de mi ropa manchada de la sangre de Ava que metí en una bolsa negra, me di una rápida ducha limpiando las manchas de sangre que tiñeron el agua de un color naranja. Me vestí con unos leggins negros, un top azul marino y unos zapatos deportivos, trence mi corto cabello y salí del baño mirando a Niklaus junto a Ethan y un hombre alto, calvo y cubierto de tatuajes.

–Elina.–se levantó Ethan y aquel hombre lo siguió mirándome a los ojos sin conseguir intimidarme– Él es Rocco.

Asentí acercándome a aquel hombre.

–Un placer soy...

–Elina Archer.–terminó por mí estrechando nuestras manos con firmeza.

–Bueno, al parecer sabe quién soy.–retiré mi mano caminando hasta el lado de Niklaus sentandome en sus piernas mientras Ethan y Rocco se sentaban delante de nosotros.

–¿Cómo no saberlo? En prisión todos hablan de usted, la mujer que consiguió derrotar a Eric Cohen.–dijo con orgullo cada palabra que salía de su boca– Es como una heroína para los reclusos, en espacial para mí.

–Gracias, supongo.–una risa tensa salió por mis labios mientras huía de la mirada de aquel hombre.

–Cohen se encargó de tender una trampa a la familia de Rocco para así tener una excusa y matarlos.–me explicó Ethan con brevedad.

–Yo fui el único que sobrevivió.–había furia en su voz.

–Lo siento.–susurré sinceramente sabiendo lo que era estar en su lugar.

Asintió en forma de agradecimiento.

–Estoy aquí para ayudarle en lo que necesite.

Tenía en mente todo lo que quería hacerle a Eric, cada maldita cosa que me había hecho iba a vivirlo él mismo hasta que muriera y no me importaba si eso llegase a terminar conmigo.

Él iba a vivir el puto infierno que yo viví.

Amargo Paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora