Capítulo 43

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19 de junio 2019.

Elina.

Jamás pensé volver a dónde todo había comenzado, ni siquiera por una fracción de segundo había corrido esa idea por mi cabeza pero últimamente había aprendido que la vida da muchas vueltas. El dedo pulgar de Niklaus acariciaba con suavidad el dorso de mi mano que descansaba en mi rodilla, quite mi vista de la ventana cuando me comencé a sentir agobiada y la dirigí al espejo retrovisor dónde mis ojos chocaron con los de Ethan.

Desde el primer momento que supe que ella estaba embarazada debí haberla mandado a un lugar seguro mientras me encargaba de Cohen pero estaba tan absorta en querer vengarme que me olvidé de todos a mi alrededor, la culpa comenzaba a joderme.

Suspiré recargando mi cabeza en el hombro de Niklaus que por instinto dejo un beso en mi frente, él era mi lugar seguro en estos momento, él era quien lograba calmar la tormenta dentro de mí.

—¿A dónde nos dirigimos?–Theo nos miró por el espejo esperando alguna indicación de parte de alguno de los dos.

–Al almacén.–dije de inmediato.

–Al hotel.–me contradijo Niklaus que inclinó su cabeza para mirarme– tienes que descansar Elina.

No podía. Cada vez que intentaba dormir cientos de pensamientos me atormentaban robándome así el poco tiempo que tenía para descansar.

–Al almacén Theo.–ordené incorporandome en el asiento con la mirada de reproche por parte de Niklaus, era lo que menos me preocupaba.

Mire de nuevo por la ventana observando a la gente que caminaba por las calles de camino al trabajo, a una reunión con algún amigo o simplemente dando un paseo por las maravillosas calles de Nueva York, en estos momentos quisiera ser una de esas personas con una vida normal sin sentir el miedo que no me había abandonado desde hace días.

El almacén estaba justo como lo recordaba, pasaba desapercibido luciendo como un lugar viejo y abandonado aunque realmente su utilidad era para otra cosa. Malek y Luciano con sus respectivos hombres ya se encontraban dentro del almacén a la espera de nuestra llegada, Niklaus y yo entramos tomados de la mano y detrás de nosotros entraron Theo, Ethan, Kol y Bogdan que se mantenía al margen de la situación.

–Il signore e la signora Schwarz.–saludó Luciano con una sonrisa al vernos llegar, intente corresponder pero fue un intento en vano.

Malek hizo una mueca al mirarme. No era ajena al mal aspecto que tenía, mis ojos estaban rojos por la falta de sueño y unas grandes ojeras de color oscuro los rodeaban, estaba segura que mi piel estaba pálida, aunque no sabía quién de los dos —Ethan o yo– teníamos el peor aspecto.

–Por favor, pasen a la sala de reuniones. Los alcanzo en un momento.–mi voz era gélida sin ningún tipo de sentimiento, ni siquiera la desesperación por encontrarla fue notable.

Me di la vuelta yendo al antiguo despacho que solía compartir con Niklaus. El silencio me ayudaba a ordenar mis pensamientos que lograban aturdirme, cerré mis ojos al sentir su cercanía a pesar de que mantenía la distancia entre nuestros cuerpos.

–Puedo encargarme de esto mientras descansas un poco.–su voz me estremeció, era profunda y llena de preocupación que intentaba pasar desapercibida.

–No puedo.–respire profundo llenando mis pulmones de oxígeno que sostuve por un par de segundos– no saben la capacidad de tortura que Cohen suele tener.–me gire para mirarlo, se mantenía rígido con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón– Kara está...

–No es tu culpa.–me interrumpió.

–Debí protegerla Niklaus, ella regreso a esto por mí y yo... se lo debía, se lo debo.–retire la mirada cuando los ojos se me humedecieron.

–Oh nena.–se acercó a mí aún sin tocarme, di un paso hacia él descansando mi frente en su pecho.

–Si algo le pasa no se cómo voy a vivir con ello.–las palabras logrando pasar el nudo en mi garganta saliendo temblorosas– Kara no solo es mi mejor amiga, es familia y...

Sacudí la cabeza, no podía quebrarme.

–Necesito que tú y Bogdan se encarguen de encontrar un lugar para curar sus heridas, no podremos llevarla a un hospital cuando la encontremos.–me enderece limpiando las lágrimas dejando los sentimientos que comenzaban a golpearme a un lado.

–Bien, me haré cargo de ello.

Cuando se volvió a acercar a mí mi cuerpo tembló al sentir sus manos en mis mejillas que se mantuvieron calientes por su toque, cerré los ojos sintiendo el corazón latirme con fuerza cuando sus labios se pegaron a los míos con delicadeza.

–Te amo Ellie.–pego su frente con la mía.

–Te amo Niklaus.–bese nuevamente sus labios.

Sin decir una palabra más salió del despacho en el que me mantuve un par de minutos más antes de salir yendo a la sala de reuniones dónde todos me esperaban a excepción de Niklaus, Bogdan y Kol que seguramente se habían marchado a hacer lo que le había pedido a Klaus. Todos se callaron en el momento que entre, camine hasta la silla que encabezaba la mesa con la mirada de todos aquellos hombres sobre mí.

–¿Cuál es el plan?–hablo Ethan a mi lado izquierdo moviendo sus manos con impaciencia.

Mire la mesa un momento tomando una bocanada de aire.

–Conozco tres propiedades que les pertenecen a los Cohen en Nueva York, una en Staten Island y dos aquí en Manhattan.–pase mi mirada por todos que seguían atentos a mí– el plan es ir a todas las propiedades, en alguna debe de estar ella.

–¿Cómo estás segura que estará en una de esas propiedades?–habló Malek reclinado en la silla con sus dedos entrelazados sobre la mesa.

–Eric está jodido, tiene a penas unos cuantos miles de dólares en su cuenta bancaria así que no pudo haber alquilado o comprado algún otro sitio.–respondí a su pregunta con firmeza sin dejar que ningún hilo se me escapara– aclarando eso, haremos lo siguiente. De Santis irás a la propiedad en Staten Island, quiero que revises de arriba a abajo no me interesa si destrozas la mansión, busquen alguna pista que nos pueda conducir a Kara Wood.–lo mire fijamente mientras las palabras salían de mi boca con determinación– Malek tu irás a una de las propiedades aquí en Manhattan, la antigua mansión de Ivar Cohen, lo mismo que le dije a Luciano va para ti. Cualquier cosa que nos indique dónde puede estar es útil.–me levanté de la silla poniendo mis manos sobre la mesa– yo me haré cargo de la tercer propiedad. ¿Alguna duda?

Todos sacudieron la cabeza.

–Bien. Es momento de poner manos a la obra.

Sin esperar a que les dijera algo más salieron de la sala de reuniones listos para hacer lo que les había ordenado, me gire a Theo que se mantenía de pie detrás de su hermano.

–¿Recuerdas el camino a la casa del bosque?

Asintió.

–Ahí es donde iremos, andando Ethan.–salí del despacho escuchando las pisadas de aquellos dos hombres detrás de mí que tenían la misma desesperación que yo por encontrarla.

Así Nueva York o todo el puto mundo ardiera, iba a encontrarla.

Amargo Paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora