24 de marzo 2019.
Elina.
Niklaus y yo intentabamos pasar todo el tiempo que pudiéramos con Strom que lucía encantado teniendonos a los dos para él solo, estando con ellos dos sentía que todo estaba bien y que todo había sido un mal sueño pero la realidad era otra.
–Vamos Milo ve por ella.–Klaus le lanzó la pelota.
Habíamos decidido regresar a casa que estaba completamente custodiada por los hombres de Schwarz que sin descansar cuidaban que no pasará nada.
Empuje el columpio con suavidad y la risa se Strom me hizo sonreír disfrutando aquella sensación de alegría que me transmitía, mire a Niklaus rascandole la panza a Milo que sacaba la lengua en muestra de su satisfacción.
Ayude a Strom a bajar del columpio e inmediatamente comenzó a correr hacia Niklaus que lo recibió gustoso elevándolo en el aire, desde la distancia los observé sintiendo el corazón comprimido al recordar la situación en la que nos encontrábamos.
Mierda.
–Hablale a mamá.–le dijo Klaus a Strom.
–Mami, mami.–movió su mano.
Borre los pensamientos y fui hasta ellos con energía.
–Es hora de cenar rayito de sol.–le acaricié la pierna.
–No...–alargo la o con dramatismo.
Me cruce de brazos mirándolo con las cejas alzadas, escondió su sonrisa traviesa detrás de su mano.
–Andando jovencito.–lo tome en mis brazos.
–¿Es normal sentir celos de mi propio hijo?–dijo Klaus siguiéndonos.
–No, debes ir a terapia cariño.–me burlé.
–Yo tengo una mejor idea para dejar de sentir celos.–me miró pícaro.
–Niklaus Schwarz hay niños presentes.–lo reñi.
Se rio a mi espalda mientras sentaba a Strom en su silla especial para comenzar a hacer la cena, lave las calabazas y comencé a cortarlas en rodajas, cuando termine de cortarlas las eche a un sartén con un poco de aceite y una pizca de sal y dejé que se cocieran.
–¿Te ayudo en algo?–me tomo de la cintura.
–No, todo bajo control.–bese su mejilla.
Hice carne a la plancha después de echarle queso a las calabazas, me asegure de cortar las calabazas y la carne en trozos pequeños para que Strom pudiera comer sin problema.
–Sabe delicioso.–dijo Klaus probando las calabazas.–mis felicitaciones al chef.
Me reí.
–Ya habrá tiempo para que le agradezca personalmente señor Schwarz.–le dije coqueta.
–Esperaré el momento.–me siguió el juego.
Limpie la mejilla de Strom con una toallita cuando se manchó de calabaza, Milo nos miraba con la cabeza entre sus patas y me fue imposible resistirme a sus ojos que me insistían por un pedazo de carne que se devoró al instante.
Al terminar de cenar bañé a Strom y como todas las noches me quedé a su lado hasta que se quedó dormido, me reuní con Niklaus en la sala de estar tomando asiento a su lado.
¿Era buen momento para decirle que estaba embarazada?
–Klaus...–susurré.
–Dime nena.–me acarició la rodilla.
–Yo...
El sonido de su celular me hizo callar.
–Lo siento, dame un segundo.–respondió.
Le sonreí y jugué con un hilo de mi leggin.
–¿Ya estás aquí?... Si... Ahora mismo Nina... Un momento.–se levantó.
Lo seguí con la mirada ir a la puerta de nuestra casa.
¿Nina? ¿Quién diablos era Nina?
Me levanté yendo detrás de él mirando al otro lado a una mujer delgada con su cabello oscuro recogido en un perfecto moño, su perfecto delineado que hacía que sus ojos verdes resaltarán, era solo un poco más baja que yo pero sin duda era una mujer muy bella.
–Señor Schwarz.–la sensualidad en su voz me hizo sentir celos.
Mierda.
–Señorita Becker.–la recibió con indiferencia.
Se hizo a un lado dejándola pasar a nuestra casa, lade la cabeza observandola con más detenimiento cuando me pareció conocida, tal vez era solo mi imaginación.
–Oh.–me miró– un gusto Elina, soy Nina Becker.
Carajo.
–Llámame señora Schwarz.–mire su mano sin intención de estrecharla.
Se sonrojo levemente y pude ver la diversión en los ojos de Niklaus aunque su rostro se mantenía serio.
–La señorita Becker comenzó a trabajar conmigo hace poco nena, es una de las personas que me ayuda a buscar a Cohen.–explicó cortamente.
Asentí sin sentir la mínima confianza en aquella mujer y no eran celos, algo en ella hacia que un foco de alerta se encendiera en mi cabeza; se sobresalto cuando Milo se acercó a ella olfateandola.
Buen chico.
–Vayamos al despacho entonces.–dije mirando a Niklaus.
Entrelace mi mano con la de él y fuimos al despacho con aquella mujer siguiéndonos, me senté en las piernas de Klaus mirando la incomodidad en los ojos de esa tal Nina.
–¿Alguna novedad?–me dirigí a ella con frialdad.
–Tengo un sospechoso.–dejo una carpeta sobre la mesa– parece ser que esa persona fue quien dijo que usted seguía con vida.
Abrí la carpeta mirando la foto y los datos de nada más y nada menos que de: Alexander Archer.
¿Ava me había traicionado?
Cerré la carpeta y la dejé en el escenario.
–¿Cómo sabemos que fue él?
–En el informe escribí...
–Te estoy preguntando a ti Nina.–me tense.
–Según mis contactos, Alexander Archer estuvo en Múnich tres días en los cuales se encontró con su exesposa...
Si Ava me había traicionado no la iba a perdonar.
–Sigo sin entender como se pudo enterar.–me acomode en las piernas de Klaus que permanecía en silencio.
–La señora Ava pudo...
–No.–me levanté con brusquedad.
No iba a inculparla hasta saber su versión, lo merecía después de ayudarme.
–Es lo que pude investigar señora Schwarz.–se acomodó en su asiento incómoda.
Niklaus se levantó quedándose atrás de mí con su mano en mi cintura.
–Gracias Nina, puedes retirarte.–finalizo la corta reunión.
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Amargo Paraíso ©
Literatura FemininaCONTINUACIÓN DE DULCE INFIERNO. © Elina y Niklaus se encuentran viviendo una vida tranquila después de huir de aquel infierno que parecía haber quedado en el pasado sin embargo lo que ellos no esperaban era que el mayor demonio volviera para atormen...