Capítulo 11

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17 de marzo 2019.

Elina.

Mis manos temblaban en mi regazo pero no sabía si era por miedo o por impotencia, tal vez eran ambas; podía escuchar a Niklaus en la otra habitación dando órdenes para localizar a Eric, quería ayudar pero no podía hablar sin llorar.

Iba a joderme de nuevo, eso era lo único que podía pensar, un fiel pensamiento que se negaba a abandonarme.

Me limpie las lágrimas con brusquedad mirando a Klaus entrar a la habitación con el cabello revuelto y la camiseta arrugada, sus hombros se sacudían por su brusca respiración, era el único sonido que se escuchaba en la habitación.

–Eric viene por mí.–dije como si a penas me hubiera enterado.

–No va a hacer nada, voy a cuidarte a ti y a Strom.–su voz era tensa.

–Es por mí, está aquí por mí.–me levanté de la cama.

–Elina...

–Debí matarlo cuando pude.–debí hacerlo.

Cada palabra que salía de mi boca solo era un pensamiento en voz alta.

–Voy a encontrarlo.–prometió.

Me gire a mirarlo, no podía pensar con claridad, el miedo y la rabia me pedían a gritos salir y encontrarlo pero el poco razonamiento que tenía me pedía mantener la calma y pensar.

–Lo voy a matar.–jure rabiosa.

–Vamos a hacerlo pero...

–Esta es mi guerra Niklaus, soy yo la que tiene que matarlo.–el miedo disfrazado de fortaleza hablaba por mí.

–¿Y que vas a hacer? ¿Entregarte a él?

–Voy a hacer lo que sea necesario.–me acerque a él– no va a joderme de nuevo.

-Lo hará si sigues pensando con la mente caliente.

–¡Al diablo con eso Niklaus! ¿Dime de qué carajos me sirvió hacer lo que tú querías? Él ha vuelto y esto no va a terminar hasta que uno de los dos muera.

–Elina.–me sujeto de los brazos.

–No voy a dejar que le hagan daño a Strom.–la sola idea me hacía temblar.

–Ni yo Ellie pero no puedes actuar así, no te lo voy a permitir.

Lo mire como si lo odiara pero solo era la situación en general.

–¿Permitirme? Tu no decides que puedo o no hacer, eres mi esposo mas no mi dueño.–lo empuje logrando que me soltará.

Ambos estábamos frustrados y furiosos por la situación lo que desataba discusiones como si fuéramos enemigos.

–No permitiré que por tu impulsividad pongas en peligro a Strom.–la rabia en sus palabras solo me hizo molestar más.

–¿Crees que pondría en peligro a Strom?–lo empuje con fuerza pero no sé movió– jamás haría algo para poner en peligro a mi hijo.

–Deja de actuar de una manera tan estúpida, solo te pondrás en peligro.

Apreté los dientes con fuerza.

–Al carajo.–gruñí saliendo de la habitación.

–¿A dónde mierda vas?–me siguió.

–A tomar aire, me siento asfixiada.–abrí la puerta.

Me sujetó de la muñeca sin ejercer fuerza, mire su agarre y después a él que me extendía su arma.

–Tómala.–pidió.

Le arrebaté el arma y la guarde entre la cinturilla de mi pantalón y mi espalda baja antes de salir de la suite con el estómago revuelto.

¿Qué debía hacer?

Era seguro que Eric estaba más cerca de lo que pensábamos pero ¿qué tan cerca?

Theo me miró cuando salí del hotel y se apresuro a abrirme la puerta de la camioneta pero no subí, seguí caminando con los pensamientos pasando por mi mente a mil por hora que ni siquiera note que Theo me seguía hasta que escuche que me llamaba.

–Quiero estar sola Theo.–le pedí agotada.

–No puedo dejarte sola Elina.

Me gire tan rápido en su dirección qué puntos negros aparecieron en mi vista, Theo me sujeto en sus brazos cuando estuve a punto de caer y me pregunte si era porque no había comido o porque...

Mierda.

Me volví a girar en dirección contraria de Theo para comenzar a vomitar en la acera delante de las personas que pasaban por ahí, Theo me sujeto el cabello y se encargó de pasarme un pañuelo para limpiarme la boca.

–¿Estás bien?–me miró preocupado.

–Necesito ir a una farmacia.–mi voz tembló.

Lo mire sacar su celular.

–Hay una cerca, podemos ir caminando o puedo ir por la camioneta.–habló con rapidez.

Decidí caminar aunque el malestar aún seguía instalado en mi cuerpo, la farmacia no estaba tan lejos de donde estábamos. Al entrar fui directamente a buscar lo que necesitaba con Theo siguiéndome en silencio, al llegar a caja maldije al darme cuanta que no traía dinero.

–¿Puedes prestarme...

Theo le entrego su tarjeta a la persona detrás del mostrador.

–Te lo pagaré.–murmuré metiendo la cajita en mi abrigo.

–¿A dónde vamos?

Necesitaba un baño y algo de comer pero de nuevo contaba sin dinero.

–Yo pago Elina, ¿A dónde vamos?–volvió a cuestionar.

Terminamos yendo a un restaurante de comida mexicana dónde vendían tacos, tomamos asiento en una de las pocas mesas libres y busque con la mirada el baño.

–Ahora vuelvo.–me levanté.

El corazón me martillaba con fuerza y se me dificultaba tragar saliva mientras más me acercaba al baño que se encontraba vacío, le puse seguro a la puerta y saque la caja de mi abrigo sintiendo el sudor en las palmas de mis manos.

Ya lo había hecho antes.

Me senté en el inodoro después de tapizarlo con toallitas de papel y saque la prueba de la caja de cartón, metí mi mano entre mis piernas y comencé a orinar mojando dónde indicada la caja.

Deje la prueba sobre la caja de cartón después de ponerle el tapón donde había orinado y me limpie para subirme el pantalón, le baje al inodoro y tire las toallitas de papel al cesto de basura.

Puse el temporizador en mi celular esperando a que pasaran los minutos, me lave la manos y me moje la cara intentando distraer mis pensamientos.

¿Qué iba a pasar?

Podían ser solo ideas mías. La menstruación se había visto afectada cuando Cohen me volvió una drogadicta, aquel mareo pudo haber sido cualquier cosa ¿no?

Quería cavar un hoyo en la tierra y meter la cabeza como una avestruz y así ignorar lo que estaba pasando, quería llorar y gritar, quería despertar y darme cuenta que era un mal sueño pero lo cierto es que está era mi realidad.

Tocaron la puerta.

–Ocupado.–eleve la voz.

–¿Elina, estás bien?–era Theo.

¿Había tardado tanto?

–Si, un momento.

Mire la pantalla de mi celular.

Treinta segundos.

Apreté mis manos cuando mi celular sonó indicando que ya habían pasado los minutos indicados, tome la prueba y un nudo se instalo en mi garganta.

Positivo.

Amargo Paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora