Capítulo 65

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Lisboa, Portugal.
05 de julio 2020.

Elina.

Habíamos decidido volver a Lisboa a nuestra antigua casa donde habíamos pasado buenos momentos como lo fue nuestra boda, la llegada de Strom, sus primeros pasos, su primer palabra y más momentos felices que nos convencieron en el momento de tomar la decisión de regresar a aquí con una integrante más en la familia: Kaira, Niklaus la había bautizado como su hija sin necesidad de un papel legal que lo respaldará y ella –al igual que Dan y yo– estuvimos encantados con la idea, éramos una familia completa.

Esa tarde de verano con un calor que nos hacía sudar a todos decidí preparar algo en el jardín trasero por el cumpleaños número treinta y cinco de Niklaus que se encontraba fuera trabajando en el segundo hotel que quería construir aquí en Lisboa así que tomando ese tiempo que estaría fuera, con ayuda de Kaira y Strom acomodaron los platos en la mesa de madera que teníamos en el jardín donde Milo se mantenía acostado levantando la cabeza cada nada y después volvía a dormirse.

–¡Familia he llegado!–aviso desde la entrada donde se deshizo de su saco.

–¡Papá!–Kai y Strom corrieron hasta él que tomo a Strom en su izquierdo y con su brazo derecho envolvió los hombros de Kai.

–¿Cómo se han portado?–me dirigió una mirada tierna antes de envolverse en una conversación con nuestros hijo y mi hermana pequeña.

Me gire volteando el pedazo de carne en el asador sintiendo como el olor entraba por mi nariz que consiguió que mi boca soltará saliva en exceso, mire de reojo como los niños iban a jugar con Milo mientras Niklaus se acercaba a mí posando sus manos en mi cintura.

–Huele delicioso.–su voz cerca de mi oreja me puso la piel de punta.

–Lo sé, muero por comer una.–estuve de acuerdo con él queriendo darle una mordida al pedazo redondo de carne.

–Deja que te prepare una.–se acercó a la bolsa de pan.

–¡No!–me aclare la garganta– No, vamos a comer todos juntos.

–Bien, pero baja eso.–señalo divertido la pala de metal con la que estaba volteando la carne.

Me reí y la baje tomando un pedazo de carne dejándola en el plato junto a las demás, con su ayuda comenzamos a hacer las hamburguesas para llevar el plato al centro de la mesa donde serví para todos nosotros.

–Que aproveche.–dije y di un mordisco a la hamburguesa que se deshizo en mi boca.

¡Sabía deliciosa!

Solté un gruñido de satisfacción que hizo reír a Kaira y Strom, no los culpaba aún no podía entender lo que era probar algo después de mucho tiempo de no hacerlo además las hamburguesas no eran mi comida favorita pero últimamente, joder, últimamente me encantaban.

–Podría comerme todas yo sola.–susurré después de tragar ganandome la mirada de Niklaus– Pero no lo haré porque... porque no.

Me aclare la garganta y tome una más, solo una, no le hacía daño a nadie si comía otra ¿no?

–Creí que detestabas las hamburguesas.–entrecerro los ojos.

–Lo hago, las odio.–hice cara de asco para después darle otra mordida a mi hamburguesa.

–¿Cuál es tu secreto?–se acercó a mí y susurró solo para mí.

–¿Qué secreto? No entiendo que secreto, yo no guardo secretos.–lo ignore y volví a disfrutar de aquella hamburguesa.

–Lo voy a descubrir.–beso mi mejilla y se incorporó en la silla para seguir comiendo.

Después de que todos terminamos de comer Niklaus y yo nos pusimos a recoger llevando los platos sucios al fregadero, mientras yo los lavaba el recogía lo que había quedado en el jardín mientras nuestro hijo y mi hermanita jugaban con Milo que parecía feliz moviendo su cola de un lado a otro.

Al dejar todo limpio salimos de nuevo al jardín yendo a las tumbonas dónde nos acomodamos, Niklaus se sentó descansando su espalda en el respaldo y yo me senté delante de él descansando mi espalda en su pecho mirando como el Sol comenzaba a esconderse.

–Que tranquilidad.–comencé a jugar con sus dedos distraídamente.

–Se siente tan bien.–pude escuchar la calma en su voz al momento de decir aquello.

–La calma después de la tormenta.–los mire corriendo de un lado a otro riendo mientras Milo los perseguía.

¿Era feliz? No había duda de ello, podía vivir sin miedo y mucho mejor, podía vivir con las personas que más amaba en el mundo.

Cuando anocheció entramos a casa y preparamos la tarta que había hecho para Niklaus, llamamos a Bogdan y Zel que aunque deseaban estar aquí por el avanzado embarazó no les fue posible y Dante y Greta se encontraban de luna de miel sin embargo se tomaron el tiempo de estar con nosotros a través de la pantalla cantando «cumpleaños feliz» a Niklaus que miraba la flama de la vela con emoción como si de un niño pequeño se tratará.

–Pide un deseo.–dijo Zel con una gran sonrisa en los labios.

Sus ojos azules me miraron y todo en mi estalló, reconocí esa mirada al instante, papá solía mirar a mamá de la misma forma en la que Niklaus me miraba en este momento.

–¿Qué más puedo desear?–murmuró aún mirándome– Tengo todo lo que algún día anhelé.

Cerro sus ojos y sopló la vela después de decir su deseo en voz alta: «Deseo todo sea así siempre» tal vez parecía cursi o estúpido para cualquier otra persona pero no para mí, nos lo mereciamos.

Después de asegurarnos que Kaira y Strom estuvieran dormidos fuimos a nuestra habitación que solo estaba iluminada por la luz de las lámparas pegadas a la altura de las mesitas de noche, entre a nuestro closet y saque la caja donde se encontraba su regalo.

–Así que...–caminé hasta él con la caja en mis manos, me senté a horcajadas sobre su regazo y besé sus labios– Feliz cumpleaños mi amor.

–Gracias nena.–beso nuevamente mis labios profundamente– ¿Es para mí?

Señaló la caja entre mis manos y en mi vientre se formó un nudo por los nervios, asentí.

–Ábrelo.–le entregué la caja.

Me levanté de sus piernas dejando que abriera la caja donde se encontraban un par de zapatitos blancos de bebé junto a una prueba de embarazo.

–Ellie...–susurró tomando los zapatitos en sus manos.

–Sorpresa.–sonreí sintiendo los ojos húmedos.

–¿Vamos a tener otro bebé?–me miró con un brillo en sus ojos, ilusión.

–Vamos a tener otro bebé.–afirme y solté un chillido cuando se abalanzo sobre mí besando mis labios con amor, ese amor que a pesar de todo permaneció intacto, nuestro amor verdadero.

Amargo Paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora