Capítulo 37

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28 de mayo 2019.

Eric.

Me sentía como un león enjaulado dentro de aquellas cuatro paredes de las cuales no había podido salir desde hace más de un mes, no sabía nada de lo que pasaba en el exterior, no sabía nada de Elina sin embargo su foto en mi celular me consolaba, una foto tomada mucho antes de que Niklaus Schwarz llegará a joder nuestra felicidad. Nina entró a la casa dejando las llaves en la mesa del comedor que le quedaba de camino a dónde me encontraba, su rostro se mantenía serio y supe que traía noticias consigo.

–Tengo noticias.–se detuvo delante de mí con sus manos sobre su cadera.

–Te escuchó.–me acomode en el sillón esperando a que las palabras salieran de sus finos labios.

–He conseguido reclutar a algunos hombres, aunque convencerlos de jugar en contra del líder de la mafia Alemana me ha costado un dineral pero estoy segura que la inversión valdrá la pena.–asentí esperando a que continuará con la siguiente noticia, su cuerpo se tenso y supe que no era algo bueno– Fiore está muerto.

Me levanté aturdido del sillón esperando haber escuchado mal las palabras que salieron de la boca de Nina sin embargo su semblante me confirmó que no lo había hecho y no estaba jugando con eso.

–¿Cómo dices?–la saliva me sabía amarga.

–Eso no es todo. Luciano De Santis tomo el control completo de todo Italia y no vas a creer quién lo ayudo para que lo logrará.–aunque su voz se mantenía neutra, sus palabras lograban alterarme.

–No, es imposible.–Elina sería incapaz de hacer algo así.

Nina puso los ojos en blanco.

–¿Cuándo te darás cuenta que ella no es lo que tú piensas?–soltó exasperada, rodeó el sofá encaminandose a mi dirección– ya te destruyó en Nueva York y mientras sigas pensando que es una blanca paloma te volverá a destruir aquí.

La rabia se extendió por todo mi cuerpo, le di la espalda a Nina queriendo destrozar todo lo que se encontraba a mi paso con sus palabras repitiéndose en mi cabeza.

Ivar no mintió, ella mató a mis hermanos.

Ella me mintió, me traicionó.

La traición se paga con muerte.

–Quiero que investigues a Kara Wood, donde va, con quién va, donde vive, quiero saber todo lo más pronto posible–ordene con la sangre caliente– y quiero que consigas el número de Elina.

Le iba a dar en dónde más le dolía.

–Como ordene señor Cohen.–en su voz pude escuchar como mis órdenes la satisfacían.

El sonido de la partida de Nina fue el único ruido que interrumpió el silencio en el que me volví a hundir recordando a aquella mujer que me volvía loco con su cabello oscuro, sus carnosos labios, sus ojos azules como el mar pero ardientes como el infierno, sus curvas, su cuerpo, aquellas piernas que me encantaban.  Fiore no mentía al decir que ella era el diablo porque así era, Elina Archer era el diablo encarnado en mujer.

¿Alguna vez me había amado?

No. Sus palabras de nuestro último encuentro me taladraron el cerebro.

«Jamás he dejado de odiarte»

Podía lograr entender su deseo intermitente de querer vengarse de mí pero la forma en que había ejecutado su plan me ponía enfermo, su repentina indiferencia fue por ese hombre: Niklaus. Fui tan ingenuo cuando de ella se trataba, tan idiota al creer que ella me amaba cuando la realidad era otra pero como dije, le iba a dar dónde más le dolía.

Kara iba a pagar por la traición de Elina.

\•\•\•\

Kara.

Ladeé la cabeza mirando el reflejo de mi cuerpo en el enorme espejo de mi habitación admirando la naturaleza de la vida observando como en mi vientre se comenzaba notar las diez semanas de embarazo, sonreí acariciando mi barriga con las yemas de mis dedos con suavidad, imaginarlo en mis brazos logro que mis ojos se aguaran al instante, Elina estaría muy feliz cuando se enterará.

–Vas a ser un bebé muy querido.–murmuré acomodando mi blusa cuando el timbre sonó avisando la llegada de Theo.

–¿Cómo está mi sobrino o sobrina?–dijo apenas entró a la casa dándome un corto abrazo para poner toda su atención en mi barriga.

–Bastante tranquilo pero saludable.–respondió Ethan quitando las manos de su hermano de mi barriga– no la toques.

–Maldito sobreprotector.–se rio.

Sus celos se encendían siempre que Theo tocaba mi barriga, me parecía divertido que actuará así con su propio hermano.

–Vayamos a desayunar.–me encamine al comedor donde los platos ya estaban servidos.

Ethan se sentó a mi lado después de haber retirado la silla para que me sentará mostrando la caballerosidad que siempre había resaltado en él desde nuestro noviazgo, beso el dorso de mi mano y dimos inicio al desayuno que me sabía a gloria disfrutando del beicon frito.

–¿Se enteraron que Fiore fue asesinado?–soltó Theo como si fuera el tema más normal.

Su hermano lo asesino con la mirada como si hablar de ese ello me pusiera mal pero no me sorprendía en absoluto, en Nueva York ví de lo que Elina era capaz y cuando supe donde estaba me imaginé lo que haría.

–Fue una masacre total.–me miró a la espera de unas palabras.

–Sabemos de lo que Elina es capaz.–alce los hombros tomando otro trozo de beicon.

–¿Sabías de ella?

Asentí, lucía sorprendido.

–No entiendo. Elina y Kara son como hermanas ¿por qué te sorprende que supiera de ella?–intervino Ethan algo confundido.

–Porque Elina desapareció sin dejar rastro de su paradero y cuando Schwarz te pregunto por ella fingias no saber nada.

–Yo no le debo nada a él pero Elina tiene toda mi lealtad.–exprese ligeramente alterada.

Las cosas entre Theo y Niklaus estaban tensas después del pequeño incidente con Eric, podía comprender que Theo quisiera recuperar la confianza de Schwarz pero no iba a permitir que descargará su frustración en mí.

–Fin de la conversación, estamos aquí para convivir no para que descargues la frustración del trabajo con mi esposa.–soltó Ethan dejando su estado pacífico a un lado.

Me retire de la mesa cuando tuve una llamada entrante en mi celular de Elina que me recibió con una enorme sonrisa demostrando lo feliz que estaba y la imaginé junto a Niklaus y Strom en el sitio donde lo escondían de la crueldad de este mundo que nos tocó vivir.

–Hace días que quiero decirte algo importante.–comencé algo nerviosa.

Suspiro sin borrar su sonrisa.

–Kara, lo sé.–dijo sin esperar a que le dijera la noticia– felicidades futura mamá.

Sonreí mostrando mis dientes. Claro que era imposible que no se diera cuenta, lo supo desde el primer momento, me conocía tanto como yo la conocía a ella.

Amargo Paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora