C A P Í T U L O 03
Feliz cumpleaños
Iker O'Brien
Era la cuarta noche que no dormía. Las cosas habían empeorado desde que regresamos de Hesse a Seul, o más bien, la vida se encargaba de restregarme en la cara que nunca estaría con la mujer que deseaba. Años atrás cuando estaba de la mano de Fabio, comencé a sentir algo por su mejor amiga, aunque si era sincero, ella me había utilizado descaradamente cada vez que le hacía falta un hombro donde apoyarse. Sophie era así, egoísta, impulsiva y estuvo toda su vida detrás de los mismos hombres: Jimin y Asier, aunque Fabio se metió en su piel sin pedir permiso y entre ellos hubo algo más que amistad.
Decidí cambiar mi rumbo y aunque todos pensarán que terminé traicionando a Fabio al aliarme a Eiser, es porque desconocen que justamente él me pidió esa alianza para proteger a Sophie en aquel entonces. Y es ahí donde el amor te hace elegir entre la lealtad o la amistad. Todos se encontraban haciendo sus vidas, y yo continuaba en medio del mundo siendo el eslabón desechable, al menos así me sentía hasta que apareció esa enana estúpida a poner todo mi mundo patas arriba.
Alice llegó cuando menos lo imaginaba, y fue el punto clave para que mi decisión se hiciera verídica. Deseaba alejarme de Eiser a pesar de que habíamos forjado algo que se podría llamar amistad, es un tipo incomprendido, con problemas como cualquier persona, pero malo como el mismo demonio; y ella estaba rodeándose de él. Así que me tragué mi orgullo y continué a su lado, siendo una especie de niñera, el hombre que se encargaría de velar por la seguridad de su hermanita mientras él se pasaba por la polla cuanto coño se le pusiera enfrente.
Al comienzo todo fue algo trivial, ella se alejaba de mí y yo no la necesitaba para absolutamente nada, incluso me hacía cuestionarme ¿por qué si no había un vínculo entre nosotros, yo había tenido el coraje de quedarme a su lado con la sed de protección? Con el paso de los días descubrí a una niña con un corazón solitario, lleno de miedos y que solo buscaba la aprobación de las personas para sentirse querida, y sin saber por qué, mi mente quería ser la persona que le brindara todo lo que llevaba buscando.
Alice era diferente, no había nadie que se interpusiera entre nosotros más que su propio hermano. Y me odiaba, odiaba que siempre la persona que elegía para mí, tuviera en su mente a alguien más. Quizás solo era mi maldición, mi karma.
Mi reflejo en el espejo era un espanto. Me notaba más delgado y eso me deprimía, me machacaba demasiado en el gimnasio como para adelgazar de esta manera. Acababa de darme una ducha para ir al gimnasio, encontraba vistiéndome cuando una llamada de Eiser iluminó la pantalla de mi celular. Exhalé y coloqué el manos libres al mismo tiempo que me vestía. Las medias por los tobillos hacían la combinación perfecta con los converses que me pondría después. Un pantalón corto negro y una camiseta abierta en sus dorsales.
—Seré breve, tengo que ir esta noche a Hesse —Entrecerré mis ojos, al menos hoy no deseaba estar cambiando de país—. Necesito a Alice bajo tu protección, él ha regresado.
—¿Cuándo vuelves tú? —dije, echando un poco de agua en mi cabello mientras miraba mi cuerpo en el espejo del baño.
—Con el cambio de hora supongo que para mañana. Son solo asuntos de máxima urgencia. Necesito saber que rumbos tomó él y si realmente está tan cerca de nosotros como me informaron.
—Puedes enviar a alguien por ti.
—No es una tarea que deba confiarle a nadie.
—Está bien —terminé diciendo—. Yo pasaré la noche a su lado.
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El placer de pecar (Bilogía Placeres)
Teen FictionLos amores eternos pueden terminar en una noche, los grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. *** Alice Moss se dió cuenta muy tarde que además de encantarle el cuerpo de él, de fascinarle su alma, su maldad y la forma tan loca de hacerl...