C A P Í T U L O 18
La consentida de MillerKim Dante
La pelinegra esperaba pacientemente en el borde de la cama mientras bebía de unos finos licores y acariciaba mi cabello. Erguí mi cuerpo, sentándome en la esquina de la cama, apoyando mi cabeza en el respaldar. Llevaba un estrés de los mil demonios, nada estaba saliendo como quería, ni como lo habíamos planeado Ermes y yo. Ella se levantó y comenzó a deambular de un lado a otro, impaciente.—Pensé que no despertarías jamás —dijo ella poniendo sobre una mesita cuadrada la copa.
—¿Qué mierda pasó? —toco mi nuca y realmente dolía.
—¿En serio me dices eso? —se acerca a mí y mira el golpe que tenía en la cabeza—. Aun tienes un poco de sangre —la veo sacar de una gaveta un algodón y humedecerlo con un poco de alcohol.
—¡Auch! —Me quejé por el ligero ardor—. Joder, no tenían que pegarme tan fuerte —aclaré, maldiciéndome.
—Dijiste que fuera lo más creíble posible y así lo hicimos —alza mi rostro para ver de seguro los posibles hematomas que comenzarían a salirme—. Pequeño, espero que no me defraudes —dio un tierno y corto beso sobre mis labios y algo se removió dentro de mí.
—No lo haré —me levanté de la cama y comencé a abotonar mi camisa mientras veía la oscuridad de la noche a través de la ventana—. ¿Dónde está Alice? —ella sonrió y otra vez volví a enamorarme un poco más de esa mujer.
—Alice —dijo irónicamente—, ella está en el cuarto que preparamos para mantenerla cautiva —sonrió—. La pobre está muriéndose de frío, tiene buen cuerpo la chiquilla —la tomé de la mano y la apreté fuertemente.
—¿No la vistieron? —Ella negó y apreté su muñeca mientras miraba el reloj que colgaba en la pared—. ¿¡Once de la noche!? ¡Cuatro jodidas horas la han tenido descubierta! —grité enfurecido mientras arrastraba hacia la pared a mi cómplice y la sostuve del cuello.
—No quieras jugar rudo Dante —dijo ella mientras quitaba con brusquedad mi mano de su cuello, rasgando con sus uñas un poco de mi piel—. Tú trabajas para mí, una cosa es que te haya dejado llevar a cabo tu plan de venganza y otra muy diferente es que quieras manipularme como lo haces con ella.
Suspiré eufórico, mi enojo, mi represión, mi ira, todo era con Eiser Miller. Esa criatura no tenía que pasar dolor, ella solo es un hilo que guiará lenta y dolorosamente a su hermano al fracaso.
—Al menos cenó ¿verdad? —Alcé mi ceja mientras veía cómo ella sonreía maliciosamente—. ¿Qué ocurrió exactamente en estas horas que estuve inconsciente?
—Tranquilo pequeño —Vi como deslizó su voluminoso cuerpo hacia la puerta y la seguí con la mirada—. La consentida de Miller, cenó. Tiene el mismo carácter de su hermano, al principio solo gritaba y sollozaba su nombre, varias veces tuvimos que inyectarle un sedante, si no, nos hubiera sido imposible atenderla como pediste.
—Voy a ir a verla, necesito saber que se encuentra bien. —Pasé por su lado y la empujé a un rincón mientras caminaba con una velocidad sorprendente hacia el sótano de la casa.
—Bien —comienza a aplaudir mientras caminaba con una lentitud que me volvía loco, los tacos de sus zapatos retumbaban sin control en mis oídos—, y cuando llegues a ella... ¿Qué le dirás? "Hola Alice, soy yo, Dante, tu secuestrador". No seas imbécil, va a reconocer tu voz —Entonces me detuve ya que tenía razón.
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El placer de pecar (Bilogía Placeres)
Teen FictionLos amores eternos pueden terminar en una noche, los grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. *** Alice Moss se dió cuenta muy tarde que además de encantarle el cuerpo de él, de fascinarle su alma, su maldad y la forma tan loca de hacerl...