C A P Í T U L O 08
Sentimientos contradictorios
Mi vida siempre había sido un tormento. Desde niño estuve viajando de un país a otro viendo como mi padre —Ermes Miller—, cerraba contratos exitosos y engañaba a mi madre con unas cuantas mujeres por todo el mundo. Yo era su preferido, así lo habían decidido ellos. Desde los quince años estuve a su lado aprendiendo lo bueno y lo malo de él; siempre he sido un hombre observador y creo que esa es mi mejor cualidad. Aprendí demasiado pronto cómo superarlo y gracias a mi empeño y mi inteligencia lo logré, convirtiéndome así en el primer jefe al mando de la organización Las serpientes.
Con una infancia tan dura, viviendo a la sombra de un hermano demasiado extrovertido y narcisista, no me quedó de otra que forjar mi propio destino. Nuestra madre siempre lo prefirió a él. Por esa razón, mientras Ermes me llevaba a ese tipo de encuentros, ya que si las cosas no salían bien, podría haber salido herido, ella se encargaba de inculcarle otro tipos de enseñanzas a Dagmar. También siempre tuvo temor que nos utilizaran a mi hermano y a mí para llegar a mi padre y cobrarle con nuestras vidas todas las mierdas de su pasado; aunque nada de eso llegó a suceder ya que teníamos tras nuestro trasero a más de diez personas entrenadas para nuestro cuidado.
Nuestra familia era un poco disfuncional, mientras que mi hermano era el orgullo de mi madre por su carisma, su despotismo y esa sensualidad natural, yo me convertí en el estratega que mi padre siempre anheló. Cuando madre murió ya habíamos alcanzado nuestra mayoría de edad, éramos libres para escoger nuestro destino, sin embargo, ambos estuvimos bajo la sombra de nuestro padre para completar su linaje y de repente, un día, mi hermano desapareció.
Pero nada salió como quise. En ese entonces más que nunca era el orgullo de hombre poderoso que me había jurado enderezar mi camino para convertirme en ser despiadado, como mi hermano. Según él, solo los fuertes y valientes tenían un lugar en el mundo, y si pertenecías a los débiles y con sentimientos, todo lo que obtendrías sería la muerte. Ermes estaba loco desde hace mucho tiempo atrás, solo que mi ceguera por ser su sucesor me había impedido ver con claridad sus oscuros planes.
Por eso la salvamos.
Fueron muchas tardes de entrenamiento en las que salí con el rostro enrojecido y goteando sangre de mi boca. Y entonces, cuando menos lo esperé, conocí a una chica hermosa que le dio un cambio rotundo a mi vida. Ella fue mi primer amor y luego se convirtió en mi peor pesadilla. Pero le estoy agradecido, por ella me convertí en un tipo rudo, despiadado, frío, ególatra y un hijo de puta en todo el sentido de la palabra.
Gracias a esa hija de puta crecí como persona y comencé a entender que las cosas que creía buenas solo eran la peor basura. Con ella murió el sentimiento del amor y nació el placer puro. A las mujeres, para ser sincero las utilizo solo para follar duro; no me considero un caballero porque estoy muy lejos de serlo, pero tampoco voy por la calle lastimándolas a diestra y siniestra. A la que quería un revolcón conmigo desde un principio le dejaba claro que solo podría tenerme una vez; jamás las llevé a casa ni a mi apartamento, nunca las tomé en mi cama o les dije mi nombre real, solo me conocían como "Scorpius" .
Después de un tiempo, me las ingenié para comprar a algunos de los hombres de mis enemigos para que se convirtieran en miembros de Las serpientes. Aquello los enfureció hasta la mierda, mucho más cuando su joyita más reciente decidió unírseme. Iker es un año menor y cuando lo conocí era totalmente diferente al tipo en el que se ha convertido. Ha mejorado en su puntería y también en las peleas de cuerpo a cuerpo y con armas blancas; además de que el jodido es un casanova y tiene sus propios fetiches que intenta cumplir con diferentes mujeres.
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El placer de pecar (Bilogía Placeres)
Teen FictionLos amores eternos pueden terminar en una noche, los grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. *** Alice Moss se dió cuenta muy tarde que además de encantarle el cuerpo de él, de fascinarle su alma, su maldad y la forma tan loca de hacerl...