16: El chico del chantaje

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C A P Í T U L O   16
El chico del chantaje

Alice

Habían pasado casi siete horas desde que llegamos a la casa de Donovan. Eiser se pasó el trayecto entero en silencio, yo tampoco hice el intento de sacar algún tema de conversación, simplemente me apoyé en el cristal de la ventana mientras observaba cómo poco a poco nos íbamos adentrando en un bosque.

Al llegar, mis ojos se abrieron grandemente, Donovan, además de ser una mujer muy fina, vive en una casa que parece un palacio. La mansión consta de dos pisos y un hermoso jardín iluminado en el sector delantero.

Ella nos dio un recorrido por las dimensiones del lugar, veintidós habitaciones, sala de juego, bodega, cancha de tenis, zona de piscina con una pequeña cascada y hasta un monstruoso zoológico.

Ellos estuvieron conversando empalagosamente en el living mientras yo me dedicaba solo a observar y esperar a que llegara un chico el cual ella tenía a su cuidado durante un tiempo. La película de terror, que ponen como de costumbre a la una de la madrugada, dio inicio, entonces comprendí que ese hombre nunca llegaría y decidí ir a descansar.

El exorbitante calor, algunos tediosos mosquitos y la oscuridad del enorme cuarto de huéspedes, eran pequeños factores que impedían que conciliara el sueño. Giré mi cabeza hacia el lado derecho de la cama y observé que el reloj marcaba las tres de la madrugada.

Puse mis pies fuera de la cama y como curiosa al fin, decidí inspeccionar detalladamente cada lugar de la casa, quería encontrar cualquier trapo sucio que ella tuviera oculto, quería demostrarle a mi hermano que no era una buena mujer, deseaba separarlos de una vez por todas.

Salí silenciosamente de la habitación y comencé a caminar por los interminables pasillos oscuros. En realidad no sabía a dónde ir, eran demasiados dormitorios y dudaba que guardara algo importante en ellos. Si yo fuera a ocultar algo, lo haría en mi cuarto, tras la ropa, en una gaveta secreta.

Entonces, me dirigí a su alcoba, la puerta estaba entreabierta y mis indiscretos ojos se adentraron en la lóbrega habitación. Mi vista se centró en el trabajado y musculoso cuerpo de Eiser, el cabello caía sobre sus ojos, solo vestía un apretado bóxer, mis pelos se pusieron de punta al sentir el aire frío chocando en mis pies. Se veía tan jodidamente sexy, nunca me había percatado de lo angelical que parecía cuando está durmiendo.

Puse un pie dentro de la habitación, estaba dispuesta a rebuscar cautelosamente, pero la estrepitosa caída de al parecer un jarrón, hizo que diera un salto en el lugar. Lentamente giré mi cabeza con un poco de miedo, pero al hacerlo no había nadie, mi hermano no dio señales de vida, debía estar muy cansado.

La inquietud por saber que había ocurrido me estaba matando. Dejé la puerta como mismo la había encontrado y decidí ir en la dirección de donde había escuchado el ruido. Cinco puertas una a continuación de la otra, me restaron para visualizar una tenue luz.

Me dirigí al final del pasillo, en puntitas, como si fuera una vil ladrona y con el corazón en la boca, me asomé por la rendija de la puerta. Al comienzo todo parecía normal, excepto porque las ventanas estaban abiertas y la luz estaba encendida.

Dudé por un segundo en si lo que había escuchado eran alucinaciones a causa de la adrenalina, pero en ese momento, veo el cuerpo desnudo de Donovan caer ruidosamente sobre la cama. Con una sonrisa le orientó a la persona que estaba delante de ella que hiciera silencio y luego noté como el cinturón de un pantalón, quedó marcado en su cuerpo.

En la posición que me encontraba no se le veía la cara al hombre que de por sí, reía gruesamente. Mis pupilas se dilataron al ver el ataque de pasión en que se encontraban. La locura era tan violenta que ninguno de los dos se enteró de que me tenían como espectadora, con mis ojos desorbitados, calibrando aquel desbarajuste.

El placer de pecar (Bilogía Placeres)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora