06: Atrapada

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C A P Í T U L O 06

Atrapada

Decidida a no dar marcha atrás, agarro una toalla húmeda de la encimera y la restriego por mi piel para quitar las marcas de labial. ¡Oh mierda! Nada había sido un sueño, y lo peor era que tendría que verle la cara cuando bajara las escaleras. ¿Qué se suponía que debía decirle si me preguntaba sobre lo que ocurrió anoche? No debí haber hecho eso, no debí dejar que mis deseos fueran mayores que mi misión.

¿Por qué todo se complicaba en cuestiones de segundos? No dejo de hacerme preguntas que no tienen respuesta, no dejo de pensar en las palabras que nos dijimos, en su piel, en su voz, hasta en las malditas perlas de su polla. Y luego vienen todas esas incertidumbres que me obligan a volverme una persona maniática. Es que... en primer lugar, ¿por qué le ordenó a Akira que me cuidara y luego me llama ebrio para que lo rescate de un par de matones en un bar?

Todo el día de ayer fue extraño. Debía haber insistido más con Akira y no haberme ido a dormir, ahora me quedan trece días para descubrir lo que Amelia quiere o si no, Iker pagará las consecuencias. Y eso era lo único que no podía permitir, él y yo hemos pasado por demasiadas cosas hermosas en los últimos años como para que todo se termine por una falla mía.

«En lo profundo de mi alma sé que soy tu destino».

Esas palabras no me abandonaban y eran las que más rondaban en mis sueños. No dejaba de cuestionarme por qué me las dijo en ese entonces, mucho menos cuando yo solo era una chica de veinte años inmadura.

Iker O'Brien

Él es todo lo que puedo tener pero que no merezco. Es un niño en el cuerpo de un hombre, un chico casto fingiendo ser el peor de los culpables; un corazón amable pretendiendo ser un corazón oscuro. Y son todos esos pequeños detalles los que me hicieron darme cuenta que entre él y yo no iba a ocurrir nada fuera de una fuerte amistad; porque sí, porque era una egoísta de mierda que sabiendo lo que él sentía por mí, lo alejaba y le hablaba de un Romeo imaginario solo para que me olvidara.

Nunca llegué a estar con él, pero sabía que si sobrepasaba mis límites, si lo dañaba injustamente, todo sería mi maldita culpa. Por eso siempre le he dado a entender que solo somos amigos y que nunca cedería ante los deseos; aunque me estuviera muriendo por dentro. Debía fingir que todo estaba bien, porque si daba un paso en falso y abría mi corazón, ese hombre se convertiría en mi peor pesadilla.

Fue por eso que aquella noche cuando Eiser decidió celebrar una fiesta en honor a sí mismo, comencé a enfocar mis necesidades en otras personas. Me enfoqué en mi hermano para dejar de pensar en lo prohibido que era para mí Zeus y eso, fue lo más estúpido que pude haber hecho nunca. Ahora me sentía como la mierda, porque sobrepasé mis límites con la única persona que no debía hacerlo y como si no fuera poco, mi estúpido corazón comenzó a gritar que ansiaba estar cerca del cuerpo de él. ¿Por qué?

—No sé en qué momento dejé de estar ebrio, pero te aseguro que ya estoy comenzando a sentir los golpes de ese idiota en mis costillas—fueron las palabras de Eiser al salir del cuarto de baño después de una larga sesión de sexo.

—¿Por qué discutiste con él?—me atreví a preguntar sentándome en la cama, elevando mis piernas hasta que mis rodillas quedaron paralelas con mis hombros—. Digo, tuvo que haber hecho algo realmente horrible para que casi lo mataras a golpes.

Solo se encogió de hombros, restándole importancia a mis palabras.

—No lo sé realmente, ni siquiera recuerdo bien lo que sucedió — murmuró frotando su cabello con la toalla, dejándome ver unos extraños tatuajes que antes no les había prestado atención, pero que ahora se me hacían realmente sexys—. Solo recuerdo estar bebiendo con Jasen, luego todo se nubló y de repente apareciste tú frente a mí, tranquilizándome.

El placer de pecar (Bilogía Placeres)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora