13: Eiser

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C A P Í T U L O  13
Eiser

"Fuimos nosotros, Iker y Alice"

¿Por qué sonaba tan lindo y a la vez tan atemorizante? El ruido de la moto y las palabras de Iker, hicieron que ese hombre volviera en sí, todos sus sentidos estaban fijos en mí. Mientras nos alejábamos, él solo se limitó a mirarme atentamente a los ojos.

Debía estar casi tan impresionado como yo, ese hombre es el chico del Club, el joven que metió esos billetes en mi braga, el chico que estaba compartiendo fotografía con Donovan. Ahora conoce mi rostro y puede denunciarme cuando le plazca, pero... ¿Quién es? ¿Por qué está con ella de esa forma tan melosa? ¿Ella lo engaña?

Menuda asalta cunas.

La lluvia no cesaba, las gotas eran cada vez más pesadas. Me mantuve el camino entero abrazada a la cintura de Iker, mis manos se ocultaron en la tela de su camisa, mientras apoyaba mi cabeza en su espalda. El viento hacía volar su cabello, por lo que pequeñas gotas se escurrían en mi rostro.

Mis labios estaban morados y tiritaban, había un poco de frío y la velocidad de la moto no ayudaba mucho. Unos minutos más tarde llegamos a una calle oscura, con una simple farola que alumbraba discontinuamente. Había muchos chicos de la universidad y otros que nunca había visto. Todos ellos, estaban haciendo un círculo alrededor de sus vehículos y como si se tratase de una película en la que llega el protagonista con la delicada y tierna chica, todos se nos quedaron observando.

Iker estacionó la moto frente a la persona que menos esperaría, Akira Hashimoto estaba a pocos centímetros de mí y me miraba con los ojos demasiado pequeños, era como si estuviera planeando algo. Ellos se alejaron de mí para dirigirse a donde se encontraba un hombre mayor, con una barba gigantesca y unos ojos bien expresivos. Ese hombre estaba apoyado a un poste, observando a las chicas en bañador.

Akira sacó unos billetes que no pude distinguir bien por la lejanía, Iker siguió sus pasos y a los segundos, aquel tipo les entregó una bolsita con un polvo blanco. Tragué en seco ya que recordé cuando Iker me advirtió que en este tipo de eventos, las personas tienden a hacer cosas ilegales que provocan cierta adrenalina.

El cielo se estaba despejando, la lluvia había terminado y como siempre, luego de la tormenta, reina la calma. La sonrisa de oreja a oreja de O'Brien me tenía descolocada, nunca lo había visto tan feliz y a la vez tan nervioso. Akira sacó un cuarto de cristal que llevaba en el bolsillo de su chaqueta y esparció aquel polvo. Ni una palabra habíamos cruzado y ya me estaba extendiendo la droga con un pequeño sorbete. Iker lo detuvo y me miró fijamente.

—¿Estás segura de querer hacerlo? — Sostuvo el sorbete—. No es necesario que me demuestres nada. Alice, esto es peligroso.

—Podrías dejar las paranoias, no necesito que estés cuidándome. No quiero que actúes como un padre, no quiero que seas uno —Lo veo sonreír mientras introduce el pitillo en su fosa nasal y comienza a aspirar un poco, sabía que mi respuesta le había molestado, pero no diría nada.

—Wow, sí que está fuerte esta mierda —pasa el pitillo a su otro orificio y lo veo barrer aquel cristal.

—¡Hey! Tranquilo hermano, no te desesperes. Sé que llevas mucho tiempo sin probar esta delicia, pero dale suave, hay que dejar que la niña escurridiza de los Miller la pruebe —otra vez ese tono recriminatorio en la voz de Akira, bufé, él me extendió el utensilio.

El placer de pecar (Bilogía Placeres)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora