⁰⁵ | Limonada

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Los asesinatos eran difíciles de cometer, para un verdadero asesino que se toma la molestia de disfrutarlo y salir intacto al mismo tiempo. Cualquier persona podría tomar un cuchillo y apuñalar a su familia... ¿pero que había de divertido en algo tan indetallado?

Había muchas formas de matar a alguien, mutilar, quemar, apuñalar, cortar, desmembrar, ahorcar o incluso incitar al suicidio a alguien. Pero las anteriores formas solo hacían que Lucifer bostezara. Matar no era un pasatiempo para él; matar significaba toda su vida

Romper a las personas pedazo por pedazo y hacer que caigan desesperados en sus manos como corderos. Utilizar todos los recursos posibles para llevarlos a la locura, aniquilarlos hasta que no se conozcan a ellos mismos

Y después va la parte mas divertida, encadenar a su víctima a una silla y cortar sus dedos delicadamente ahogándose con la hermosa sinfonía de los gritos desesperados de esas personas. Arrancarles las uñas o quemarlas hasta que se parezcan a plástico, cortar su piel parte por parte hasta que rueguen por piedad. Arrancar las hebras de su cabello y hacer collares con ellos, arrancar los dientes de su víctima, usar sus ojos como adornos de casa

Había miles de formas de deleitar a Lucifer en un asesinato

Quemar a las personas con ácido, cortar sus labios, cortar sus manos, cortarlos por la mitad, electrocutarlos con cables, e incluso cocinarlos o dejarlos como comida para los cerdos de algún zoológico

Lucifer quería algo; y es algo estaba afuera de su departamento arreglando su puerta con unos conserjes

Sam se encontraba hace dos horas con carpinteros en su departamento cambiando la puerta por una nueva que había comprado

— ¿Que es todo ese ruido? — preguntó Lucifer saliendo de su departamento para encontrarse con un montón de gente agrupada

— Uno de los inquilinos está cambiando la puerta sin autorización de los de mantenimiento — explicó una mujer anciana con su gato en brazos

— Dijo que lo estaban "acosando" como si fuese una damisela — se burló otro hombre de pisos más arriba

— ¡Silencio, escóndanse todos, allí viene el conserje!

Sam se encontraba feliz por su nueva puerta de madera y por la placa que llevaba en ella. Era de un material tan resistente que ya no podrían perforarla de nuevo. Debajo estaba el carpintero, martillando los últimos clavos que faltaban para dejarla como nueva

Hasta que los sueños de Sam se cayeron como hielo

— ¡Que es todo éste alboroto! — el conserje Martín apareció por las escaleras enfurecido

Sam se quedó helado. Se había olvidado de avisarles a los de mantenimiento por el asunto del acosador, y no pensó dos veces en comprar una puerta nueva. Pero con un poco de diálogo lo podría resolver

— ¡Oh, señor Martín disculpe las molestias! La puerta estaba en mal estado y por eso la quité. Ésta ya no la podrán perforar...

— ¡No puedes cambiar la puerta cuando te dé la gana! ¡¿O acaso eres el dueño?! — Sam no le contestó. El conserje se enfureció aún más — ¡Contéstame! ¿Eres el dueño o no?

— Sólo quería reemplazar la puerta lo más rápido posible, me–e olvidé de pedir su consentimiento, por favor perdóneme, acepto toda la responsabilidad

— Necesito que se vaya — fue la respuesta del conserje —. Recoja sus pertenencias y desaloje las instalaciones antes de media noche ¡Y no se atreva a volver!

Sam tembló levemente apretando sus manos en puños. Cuando el conserje se fue, Lucifer salió de su puerta para simplemente reírse de él a carcajadas

Cena romántica con un asesino © [Samifer AU.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora