— ¡Ah! — gimoteaba Dean sin aliento. Sintiendo su cuerpo desplomarse por completo.
Si alguien le hubiese dicho, que luego de acostarse con Castiel terminaría dependiendo emocionalmente del sexo que éste le otorgaba, posiblemente lo hubiese considerado dos veces antes de escabullirse entre los brazos del mayor y perderse en la absoluta locura del placer.
Dean se quejó adolorido cuando Castiel lo estampó contra la pared, y envolvió sus piernas alrededor de sus caderas. Abriéndose paso hasta su interior a medida que se impulsaba creando un vaivén de embestidas frenéticas contra su cuerpo. Castiel no dejaba de saborear su piel y mordiendo su cuello alternando sus besos con murmullos ofensivos en los oídos del menor, cosa que a Dean lo excitaba incluso más que los movimientos abruptos dentro suyo. Castiel era fuerte, incluso eso era ridículamente grande. Si Dean pudiera medirlo con una regla Castiel llegaría a mas de veinte centímetros.
Sin duda ahora estaba enojado consigo mismo, por no poder superar a Castiel y caer rendido a sus brazos cuando pudiese. Resulta que en dentro de unas horas tendría su primer paciente y sus nervios salían a flor de piel. Nada mejor que acostarse o más bien dejarse follar por un doctor sexi como Castiel.
— Por-fa-favor, ve más de-despacio ¡ah! — no importaba cuanto intente hablar, siempre se le escapaba un gemido cuando sentía a Castiel deslizarse dentro y fuera suyo.
La primera vez que se acostaron fue en el auto de Dean, un flamante Chevy Impala 67 el cual fue testigo de como perforaron a Dean en el asiento de atrás. La segunda fue por error, dentro de los laboratorios y la tercera, se supone, que Dean tendría que estar más preparado pero... dolía malditamente más.
— Cas, por favor — suspiró sin aliento aferrándose al cuello del pelinegro.
Ese suspiro fue acallado por un chasquido entre sus dos bocas. Dean terminó gimiendo contra los labios de Castiel sintiendo la abrumadora sensación del mayor derramarse por fin en su interior. Tal y como el lo había hecho minutos antes. Sus piernas temblaban y sus labios sonrieron atontadamente contra Castiel.
— Temía que no fueras a terminar nunca — se burló Dean siendo cargado por Castiel hasta el escritorio.
— Tengo cierta duración, yo temía que no aguantarás — fanfarroneó acomodando su ropa y su corbata, la cual se encontraba colgando de su cuello.
Castiel acarició su rubio cabello haciendo pequeños giros con sus dedos hasta el cuello de Dean. El rubio sonrió atrayendo a Castiel a encontrar sus labios con los suyos. Tirando de su corbata mezclaron sus labios arrebatándose suspiros. Dean tomó el rostro del pelinegro entre sus manos sintiendo sus mejillas rojas por el calor y la emoción.
— ¿Prometes quedarte conmigo en este infierno? — cuestionó Dean respirando el mismo aire de Castiel.
— Promesa de meñique — estiró su dedo enganchándolo con el de Dean.
Sorpresivamente el rubio sacó de sus pantalones una tableta de pastillas naranjas y la extendió:
— ¿Quieres? — preguntó y Castiel negó frunciendo el ceño.
— ¿Que es eso?
— Morfina, sinceramente te tranquiliza bastante. Mi papá tomaba de estas, y yo lo juzgaba... pero ahora entiendo completamente porque lo hacía — sonrió rompiendo la tableta y sacando una pastilla para llevarla a su boca y mojarla con su saliva.
— ¿Robaste eso del laboratorio?
— Puede ser — jugueteó.
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Cena romántica con un asesino © [Samifer AU.]
FanfictionUna reciente serie de asesinatos comienza a asustar a los inquilinos de un edificio, sin embargo, no a Sam Winchester, él no parece asustarse por los cuerpos sin vida que aparecían. Vive su vida encerrado en su apartamento escribiendo novelas que no...