³⁶ | Desde la tumba

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Nick se encontraba obligado a mantener sus ojos abiertos con dos varillas en sus parpados. Ya no emitía sonidos, no gritaba, tampoco se quejaba. Dean había logrado convertirlo en un paciente ejemplar, no sentía dolor, sus nervios centrales del cerebro fueron desactivados efectivamente.

— Veo que hiciste un excelente trabajo, Winchester — Castiel se inclinó con una linterna para inspeccionar las pupilas del paciente, en efecto, estaban dilatadas. — ¿Inyectaste las vitaminas con morfina?

— Dos dosis por día, se ha convertido en un psico maniático antisocial — contestó Dean sentado al lado de su paciente. Tomando su mano. — A veces suda sodio, pero es normal le doy mucha medicación y tratamientos para que no ataque de nuevo a los guardias, si le quitamos la medicación se convertirá en el asesino en serie que Chuck desea que sea.

— Dean — Castiel lo llamó ignorando a Nick — ¿Todavía piensas trabajar para Chuck?

— Por supuesto, no tengo otra opción.

— ¿Podemos hablar a solas?

El rubio miró a su paciente y asintió caminando fuera de la habitación junto con el doctor Novak. El paciente amarrado a su silla se quedó callado, completamente en la oscuridad, sus manos ensangrentadas, su cabeza rodeada por un bozal para perro.

Dean caminó lento con Castiel delante suyo, realmente sus manos le temblaban. No sabría que contestaría si le preguntaba algo. Hace menos de 24 horas estaba más que seguro de irse corriendo de allí, pero en cuanto Sam le comentó que consiguió trabajo en la misma penitenciaria dónde él trabajaba, Dean desistió de su idea.

No podía dejar solo a Sam en un infierno como ese.

— ¿Qué fue todo eso? ¿Por qué dijiste que no tenías otra opción? — lo primero que hizo Castiel, fue reprocharle sus palabras. Cosa que Dean ya hacía mentalmente.

— Cas, puedo explicarlo.

— Dijiste que iríamos juntos, reuní el dinero suficiente para...

— Vete tú, sal de aquí y hazte millonario, déjame a mi aquí — respondió apretando la punta de su uniforme con sus manos. Castiel relajó sus hombros y tensó su mano.

— ¿Qué demonios pasó Dean?

— No importa lo que haya pasado, sólo déjame y vete — bufó sacando dos píldoras de los bolsillos de su uniforme, pero cuando las estaba por tragar Castiel se las arrebató —. ¡Regrésame eso ahora!

— Quiero que me digas que pasó.

— ¡Lo qué haya paso no importa! — intentó alcanzar las píldoras pero Castiel se alejó aún más.

— ¡¿Es por esto verdad?! ¡Son por éstas malditas drogas! ¡Prefieres morir aquí con estas idioteces antes que salir libre!

— ¡¡Cierra la maldita boca!! — bramó enfurecido pisando con fuerza el suelo debajo suyo —. No todo se trata de ti maldición, ¿por qué te importo tanto? sólo déjame, decidí no irme.

— Me importas Dean, me importas mucho.

— ¡Pues tú no a mi! ¡No me importas ni un poco! ¡Podrías morirte y no me importaría! — empezó a cansarse de perseguir a Castiel por las pastillas.

A lo lejos podía verse la entristecida expresión del pelinegro.

— Dean...

Cena romántica con un asesino © [Samifer AU.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora