Los meses tenían una cualidad igual a las horas.
Pasaban igual de rápido que la vida humana. Tan rápido que tres meses fueron suficientes.
Lucifer, ciertamente, fue dado de alta.
— Las bolsas, los medicamentos, recuerda no hacer movimientos bruscos y no fuerces tu cuerpo...
— Si, si. Lo que digas — las palabras aburridas de Castiel fueron motivo para que Lucifer le cerrara la puerta en la cara.
Parte de volver del hospital significaba dejar ese horrendo lugar dónde había sucedido la mayor desgracia que alguien pudiera aguantar. Para Lucifer, Bunch no era un lugar adecuado para Sam, tampoco lo eran los departamentos de la 1ra avenida.
— Todo se siente tan extraño, hace meses que no vuelvo a mi departamento. Las ratas se habrán comido todo en la alacena, ¿piensas en salir? Si sales compra al-
Sam detuvo sus palabras cuando notó que Lucifer se desvestía rápidamente luego de cerrar la puerta. Dejó caer su abrigado saco negro al suelo y caminó voraz hacía el castaño, apresándolo con sus brazos y besándolo como si su vida dependiera de ello.
— Acabas de volver del hospital y tienes ganas de hacerlo, lo siento señor. Debe esperar su turno, tengo hambre — reprochó el castaño, intentando quitarse las fuertes manos de Lucifer de las caderas.
— Vamos Sammy, hazte cargo de mi aunque sea una vez. No lo hemos hecho en meses.
Sam contradijo —. ¿Meses? ¿Le llamas meses a cinco días?
Pronto sería año nuevo, había pasado demasiado tiempo lejos de su casa. Ver su departamento tan deprimente hizo que Sam quisiera saltar de la ventana. Quisiera acostarse y descansar, pero esa pila de papeles por corregir que le entregó Castiel no se harían solos, y su estomago rugía de hambre.
Ahora tenía un empleo en un lugar decente. Cómo siempre quiso.
— Oh cierto, acabo de olvidar que el escritor Samuel Winchester tiene un libro que escribir. Bien, iré a comprar la comida.
— ¿Te enojaste? — sonrió burlón el castaño.
— No, para nada — deprimido, Lucifer volvió a colocarse el abrigo y salió.
Sam rió levemente empezando a cambiar las sábanas de su cama. Las ventanas seguían allí, tan polvorientas como siempre estuvieron, mirar a través de ellas era encontrarse de nuevo con su hogar. Y aunque ya nada era igual que antes, las ventanas y Bunch nunca cambiaron. Aunque haya pasado mucho tiempo, la vida sigue, aunque haya sobrevivido a un montón de cosas, la vida siguió su curso.
Luego de acomodar los papeles encima de la máquina de escribir y colocarse sus lentes, siguió trazando el final de su esperado libro. Aquel que escribió con ayuda de la editorial Kreiner en honor a su hermano. No mentiría si dijera que deseaba tener su propia editorial, pero la vida es larga, ya tendría tiempo para eso. Aún necesitaba acomodar sus ideas, pensar las cosas ocurridas y terminar su primer proyecto.
Lucifer volvió al cabo de unos minutos con una bolsa llena de comida, sabía que Sam no comía cosas chatarras, por lo que comprarle ensalada fue su mejor opción, y aunque el castaño se enojó con él, finalmente comió la ensalada en su escritorio.
00:00 de la madrugada
Avenida 1ra, Southbunch
click, click, clack. Sonaba la maquina de escribir mediante Sam presionaba las teclas. Escribía y escribía determinadamente sin mirar hacía otro espacio de su habitación. Su cabello caía por los costados de su rostro, la ventana estaba abierta y el frío aire de la madrugada entraba estremeciendo su piel. A su lado yacía una taza de café humeante a la mitad y un montón de papeles con ensayos de lo que llevaba escrito. Sólo escribía con la llama de una vela alumbrándolo.
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Cena romántica con un asesino © [Samifer AU.]
FanfictionUna reciente serie de asesinatos comienza a asustar a los inquilinos de un edificio, sin embargo, no a Sam Winchester, él no parece asustarse por los cuerpos sin vida que aparecían. Vive su vida encerrado en su apartamento escribiendo novelas que no...