Encontrar la puerta entreabierta significaba una cosa, libertad.
Sin embargo la libertad era condicionada, porque sabía que en cuanto pusiera un pie afuera de su celda, sería perseguido por miles de guardias con armas cargadas.
Todas sus intenciones iban dirigidas a un pensamiento. Sam.
Siempre se iba a la madrugada a tomar aire. Por lo general cerraba la gran puerta de metal y volvía al cabo de 8 minutos. Pero en esta ocasión estaba tardando demasiado, Lucifer contó en total unos 20 minutos, con sus 60 segundos correspondientes. Cada minuto que contaba su mente giraba alrededor de un pensamiento.
Hay un nuevo tipo de amor que Lucifer descubrió, un amor genéticamente alterado, que significa mas que sustancias que segrega tu cerebro. Va mas allá de palabras de doctores.
¿Que pasa si Sam había escapado lejos de él? ¿Que pasa si alguien le hizo algo? ¿Que pasa si se va y no vuelve? ¿Que pasa si...? Que pasa, que pasa. ¿Que pasa?
¿Te estás enamorando? Porque tengo la sensación de que lo estás.
Entonces tomó la decisión de poner el destino sobre sus manos y hacer lo que quería por primera vez en su vida. Salió de esas cuatro paredes a las que llamaba hogar y pisó el helado suelo metálico de la penitenciaria. Nunca antes había visto un lugar tan desconocido como ese, mas oscuro que su celda y mas extraño que su mente.
La penitenciaria estaba llena de gritos de asesinos, mafiosos, criminales en general. Todo tipo de personas, y ninguna de ellas lograba escapar o salir siquiera. Lucifer tenía la oportunidad de hacerlo, pero la desperdiciaría en buscar a Sam, porque esa era su única codicia.
— ¿Sam? ¿Sam, estás aquí? — preguntó cuando ni siquiera podía ver sus propias manos de la densa oscuridad que lo envolvía.
De pronto se escucharon a través de parlantes un montón de sonidos extraños, y a lo último la voz de una mujer que muy asustada decía <Atención al departamento de seguridad, el paciente no.6 está desaparecido>
NO.6 era la manera en que lo llamaban, pero Lucifer sabía que su nombre era mas complejo que solo dos letras y un digito numérico. Casi por su imaginación, una hilera de luces empezaron a encenderse creando un pasillo visible, Lucifer no tardó en caminar por allí rápidamente buscando a Sam.
—¡Rápido todos tomen sus armas y atrápenlo! — gritó Ketch desenfundando un arma ya cargada, con el seguro puesto.
Ketch al igual que la mayoría de los guardias sabían lo que significaba si algún paciente en especial armas homicidas como Lucifer eran libres en un establecimiento tan inmenso como Lute.
En su escape pero búsqueda de Sam, Lucifer siguió corriendo con miles de guardias pisándole los tobillos. No se detenía ni un segundo, solo miraba hacía adelante.
De pronto encontró una puerta y la abrió de inmediato sobresaltándose al encontrar a un montón de guardias en su hora de descanso, pero ninguno era Sam. Ninguno tenía el cabello marrón, los ojos hazel o la nariz respingada. Sin embargo ellos tenían armas, y una orden de captura para Lucifer.
No tardó en escapar de ellos de igual forma creando un grupo de guardias y personal de todo tipo corriendo detrás de él con intensiones de atraparlo. Uno de ellos alcanzó a golpearlo, pero Lucifer se volteó y torció su brazo tan fuerte que el guardia deseó no estar vivo en ese momento.
— ¡Detente, maldito! No me obligues a electrocutarte — exclamó Ketch interponiéndose en el camino de Lucifer —. Escucha, sé que estás asustado pero hagamos esto por las buenas, tú vuelve a tu celda y te trataremos...
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Cena romántica con un asesino © [Samifer AU.]
FanfictionUna reciente serie de asesinatos comienza a asustar a los inquilinos de un edificio, sin embargo, no a Sam Winchester, él no parece asustarse por los cuerpos sin vida que aparecían. Vive su vida encerrado en su apartamento escribiendo novelas que no...