⁰⁶ | Nieve

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Sam se encontraba caminando vagamente por la calle con su maquina de escribir, su ropa y una manta para cubrirse del frío

Una imponente helada azotaba la ciudad y salir con ese frío era un suplicio, para su mala suerte lo sacaron de su departamento por poner una maldita puerta nueva. La puerta que si no fuera por él, nadie mas hubiera cambiado

Sam se sentía igual que todos los días, devastado y solo. Llamó a su hermano por teléfono pero la única respuesta de consiguió fue de la operadora, diciéndole que Dean estaba fuera del país 

— Disculpe, ¿cual es el mejor lugar para dormir aquí? — preguntó Sam con su mochila en un hombro y un gorro sobre su cabeza

El vagabundo no le contestó más bien le gruñó. — Lárgate y déjame dormir

Sam lo miró asqueado y siguió su camino entre la multitud de gente que caminaba por las calles. Estaba vagamente perdido, sin un hogar y sin lugar en el planeta. Aún recordaba cuando se peleó con Dean porque quería su independencia y por eso se mudó lejos

Sin embargo, ahora que mas necesitaba a su hermano ya no lo tenía y claramente Dean se había cansado de insistirle

Se detuvo mirando el enorme reloj encima del la ciudad que marcaba las tres en punto de la tarde. El cielo estaba lleno de nubes grises, tristes iguales a él. ¿Por qué todo le parecía extrañamente solitario?

Cansado de caminar sin rumbo, se sentó en el suelo y se cubrió con la manta apretándola entre sus manos heladas, su cabello que tanto cuidaba estaba hecho un desastre, un desastre completo, como él. No sería así por siempre, cuando Dean regrese de su viaje le pediría asilo, después de todo no moriría de un día para otro

Entre sus sueños podía recordar su triste vida insignificante. Había vivido como pobre casi por siempre, encerrado en su departamento escribiendo novela que no van a ningún lado. Al menos no sufriría hambre por un largo tiempo, tenía el jugo de limón en su estomago todavía 

A sus veintitrés años tenía muy pocos amigos, pero al menos logró relacionarse un poco. El último mes logró conocer a un loco y psicópata vecino que quizás podría decirse que se transformó en su amigo. Ese extraño sujeto no era mas que un excéntrico mas de esta ciudad ¿Cuantos mas eran asesinos como él? Seguramente un montón de gente era igual a él, que sea un asesino no era para tanto

Como sea, al que le toque el departamento 303 tendría la desgracia de vivir en frente de un asesino

¿Pero porque estaba pensando en Lucifer cuando estaba en lo último de la pobreza? Quizás porque ese homicida fue el único que se preocupó por él, incluso cuando ya nadie le hablaba. Aunque sea para burlarse, la atención que Lucifer le daba le generaba la necesidad de tenerla para siempre. El sentimiento de tener alguien esperándolo en las escaleras con una sonrisa maquiavélica y pelando cebollas

Realmente nunca lo pensó, ¿porque le molestaba que Lucifer le hable pero a la ves le gustaba que lo haga?






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Cena romántica con un asesino © [Samifer AU.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora