七十九

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Desde los ojos de Eri, en un descuido de sus cuidadoras, observó por el ventanal y sus orbes carmín se humedecieron y las lágrimas cayeron sin cesar.

Su pecho dolió.

Era una masacre.

Una carnicería.


Kota se mantenía cerca de su tía Shino, quien y por proteger a su sobrino, decidió estar con los rescatistas, en vez de enfrentar el mal directo.

La gente se amontonaba y pedía a gritos ayuda, ya sea para sus familiares, para ellos mismos o alguien que encontraron en el camino.

El calor era sofocante y el espacio era cada vez menos por la cantidad de gente que ingresaba, con miedo de salir, permanecían ahí.

«Deku...» Kazuma se aferraba al brazo de Mahoro, quien se mantenía lo más firme para no preocupar más al menor.

La gente fue puesta en un lugar seguro, y aún si aquel lugar remoto, no hubo más presencia de villanos, desde aquella vez, no era ajena a los desastres naturales que empezaron azotar el sitio.


—Mirio... –musitó bajo. Pero eso no le detuvo.

Siguió causando destrucción. Dolor.

Aquel chico que patrulló con Fat Gum, quien demostró que podría ser de los mejores héroes que el mundo hubiera visto, el tipo que, aún con su miedo de estar en público, se enfrentó a villanos el solo, ahora era causante de lo que antes impedía.

—¡Basta! –exclamó Togata haciéndole recorrer a Amajiki un escalofrío. Esa voz.

Nejire no se rendiría. Menos estando Mirio ahí, los dos podrían hacer entrar en razón a Amajiki, del cual sabía, no hacía eso por qué quisiera, seguro y algo, alguien le controlaba.

—Amajiki... –musitó la chica lo más suave posible, aún si las lágrimas resbalaban por las rojas y manchadas mejillas —¿que te han hecho?

Al menos, una oportunidad de hablar.

Una sola.

Pero la chica fue golpeada y azotada contra el duro asfalto sin piedad, eso esperaba, pero Mirio logró alcanzar a la chica evitando al menos lo último.

Frunció el ceño y le miro con seriedad, una con la que jamás imaginó que le vería, ya que de esa manera solo veía a los villanos.

—Vas en serio... bien... –musitó. Hadou se puso en pie con ayuda del otro, no le agradaba lo que veía, dos de sus mejores amigos peleando.

—Los destruiré... –fueron las palabras que resonaron en Hadou, y las que a Togata le dieron inicio para saltar al ataque.

Fue su amigo.

Pero ahora, era un villano que causaba sufrimiento y dolor, uno que, debía vencer.

En medio de lo que empezarían, Togata sólo vio una cabellera púrpura que, hizo desaparecer a Amajiki dejándole en el aire solo y descender con la duda de que había sido aquello, y más aún si era para bien o para mal.

Yo contra el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora