¿Cuándo el cielo estrellado le había parecido tan melancólico y vació?
¿Cuándo había dejado de apreciar el suave aroma de la tierra mojada después de la lluvia?
¿Desde cuándo empezó a perderse a sí mismo?
Tiempo
Espacio
Por que si aun había alguien que luchara, que viera por la libertad, que se alzara aun contra el miedo, entonces la esperanza y fe seguirían vivos dentro de las almas de los que aun seguían con vida.
Proclamar la libertad, aquella que les fue arrebatada.
Tener de nuevo un sol que resplandeciera por la mañana, dando paso a otro hermoso día.
Midoriya creía en esa libertad, como Todoroki, Reigen, BlackStar y como muchos otros que mantenían la lucha silenciosa para acabar de una vez por todas con aquella oscuridad que sembró aquel ser.
—Bien... –poder o no, las guerras no solo se limitaban en fuerza y cantidades, sino en estrategias y fe, esperanza y valentía.
Midoriya termino de revisar el plan que usarían para acabar con aquel tormento, ya que antes de que todos los héroes, ya sean profesionales o estudiantes, incluso el ejercito, policía y otros organismos habían sido acabados, exterminados, dejando solo aquellos que cobardes que temían y que aun pedían vivir, si esto era bajo el temor, pero esto fue solo fue un disfraz para poder ocultar esa luz que protegían con recelo y que impulsaría a poder terminar de una vez por todas esa guerra que proclamada estaba desde antes de All for One.
El miedo no desaparecía, tampoco la perdida de gente y el temor de seguir con aquella tiranía e injusticia.
Una que permitió entrar y hacer crecer aquel temor.
Ocultándose cual cobarde, por que eso era. Un ser que pretendía ser un héroe, pero que realmente estaba escondiéndose del mundo.
Hakuryuu. Al bebé que resplandeció, que dio luz a un nuevo orden, a una nueva era, pero que también trajo consigo oscuridad, una que si no la sacaba de raíz, causaría estragos, y así fue.
—Vamos.
Y con la tutela de muchas vidas en juego, aquel pequeño grupo de héroes, quienes aun sin un poder se alzaban a la lucha por la libertad.
Terminar una guerra que ninguno de ellos empezó, pero a la cual darían fin.
Perdieron a muchos.
Lo sabían.
Y por ello y ahora estaban listos para jugarse todas las cartas.
No era una lucha equilibrada, eso lo sabían desde antes, y no impidió que todos dieran su máximo desempeño, aun sin un poder, tenían la fuerza para avanzar, seguir, teñirse las manos de carmín y adentrarse en aquella oscuridad que terminaba con todo, dejando solo migajas de algo que fue.
La risa de aquel sujeto resonó por todo lo largo y ancho del lugar.
No fue una lucha de horas, sino de días y sin tomar en cuenta la anterior a esa, y la que le siguió. Todas aquellas de las cuales no tenían un recuerdo, pero sabían que fueron participes por ser cambios en el espacio y tiempo.
Supieron perdonar los errores de aquellos que les dejaron la carga, de aquellos que dieron las vidas por ellos en un intento fallido de salvación, de aquellos compañeros, amigos suyos que aun dando todo, sacrificarse por poder dar fin a una pelea cruel, aun así no había sido suficiente.
¿Qué mas quería la vida de ellos?
¿Acaso no dieron ya mas de la cuenta por tener un poco de paz?
¿Qué se necesitaba para poder empezar de nuevo un deslumbrante día de luz y esperanza?
Y por fin, el sol deslumbro en lo alto, alejando las oscuras nubes, dando paso a un amanecer.
La lucha, el tiempo, los sacrificios por fin dieron frutos.
El dolor sería sanado, las lágrimas darían paso a las anchas sonrisas, el temor quedaría enterrado para poder sembrar alegría.
El esfuerzo de todos dio resultado, y ahora, el día uno de aquellos que sobrevivieron al dolor y el caos, emprenderían el camino de la resurrección y el por venir de un nuevo comienzo.
La batalla, la guerra del tiempo había terminado.