Vida
Muerte
Nacer
Crecer
Morir.
Es así como todo es, esa estructura tan sencilla del ser humano, una sencilla...
Crear un mundo perfecto.
Donde el dolor sea menos, donde todos sean valorados de la misma manera, donde la igualdad, el respeto y la paz abunde...
Pero ¿Qué precio se debe de pagar por esa paz?
¿Qué se debe de dar a cambio para poder vivir esa dicha?
Nada se es otorgado sin dar nada a cambio.
Eso se sabe desde el inicio de los tiempos.
El viento frío azota con fuerza la costa, las olas chocando contra las rocas en la costa. Un día gris, donde pocas aves surcan los cielos, donde el mar se agita con violencia.
Tierra de nadie. Desierta y solitaria.
La nada se vuelve todo.
Y el todo se vuelve nada.
Podría ser el final de todo, o el inicio de algo.
Los pasos en la arena se marcaban y borraban con el paso de las olas, pisadas ligeras, sin prisa, tranquilas en un oscuro horizonte amenazante.
Tan solo, cerrar los ojos y disfrutar del aire en el rostro, la humedad y el deseo solo de poder ser él de nuevo. Estar ahí, ser quien era.
Pero no era así de sencillo.
Era un caos.
Un desastre.
Si tan solo hubiera apreciado mas. Disfrutado del todo, pero, nadie sabe cuando las cosas llegan a su fin, cuando todo vuelve al inicio.
No fue fácil, pero estaba bien así.
El veneno lo consumió y por eso estaba ahí.
Derramando mas lágrimas, sacando el dolor que se arremolina en el pecho, que quema en el alma.
Si tan solo hubiera sido más fuerte.
Sa tan solo hubiera escuchado.
Seguiría con ellos.
Hakuryuu prefirió que el dolor de todos terminara pronto, dejar que se drenara el dolor y la amargura a seguir en el limbo por dos caminos que solo llevarían al sufrimiento.
Prefirió dar la vuelta a todo.
Dar inicio a un nuevo comienzo.
Por que todo comenzó con un solo hecho.
El aliento de vida.