••
—¿Lo dejó libre?
—¡Imposible! Debe de ser una trampa.
—Como sea, debemos traerlo e interrogarlo, es uno de los 5 no podemos darnos el lujo de dejarlo.
—Basta –interrumpió Endou. En aquella hora que llevaba con aquellas personas no se había interesado, hasta que aquello salió al tema.
Akio le miro, ambos podían parecer idiotas, y por supuesto, claro que lo eran, pero aún con ello jamás se debía de subestimar.
—¿Endou? –llamó el líder. Compartieron miradas, algo difícil ya que no se despegaba de la pantalla de su PSP
—Llegará a nuestra escuela.
—¡¿Con que seguridad dices eso?!
—No es como si fueran tan tontos para ello, traman algo y es su carnada.
—Es un chico... uno que perdió a su familia.
—Estoy en casa... Natsumi...
Olía demasiado bien, pero como dicen "no todo lo que brilla es oro" y eso aplicaba. Llego a la cocina donde su mujer tenía distintas comidas en la barra, apetitosas.
—Bienvenido –una radiante sonrisa adorno el bello rostro de la mujer, una hermosa sin duda.
—La comida refleja nuestros sentimientos sin importar cuales sean, es el verdadero secreto.
Eso decía su madre siempre, y tenía razón.
—Que aproveche –dicho esto, llevó un buen bocado a la boca.
Nada.
—Delicioso como siempre, Natsumi.
—Me alegra escuchar eso, no hay mejor manera de agradecerte todo que darte solo lo mejor. Mi amor en lo que más te gusta.
Insípido. Sin sabor.
—Me materas un día de tanto amor, no dejes de darme tanto amor hasta reventar, cariño.
Desde el primer día, no hubo sabor alguno en la comida, en ninguna que hiciera, así viera pasó a paso cómo lo hacía, agregando sal y especias, nunca tenían sabor.
—Menos mal que tengo estómago sin fondo cariño, me entristecería dejar comida –comentó Endou animado.
—Oh~ cariño.
•
—Maldito sea...
No podía alejar la risa de Denki de su cabeza ¿que le había pasado? Se cuestionaba.
Aquel alegre y tonto, despistado y valiente chico que conocía, estaba bastante cambiado a su parecer.
No era que no notaba la fuerza de sus compañeros, la destreza y su poder, claro, no tan geniales y superiores como los suyos.
Pero aún su orgullo no dejaba pasar ni ver lo que debía, sin notar como aquel chico amable era realmente un tipo fuerte, que ni en sus sueños pudo haber imaginado.
—Maldicion...
—Me fue extraño saber que no entraras en esta institución, en verdad que me entristeció –comentó Maka.
—Idiota, solo iré a una verdadera escuela, y no a una que se oculta.
—El hecho de que se oculte, no significa que sea mala escuela. Es como los samurais, los samurais y los ninjas son geniales por qué se ocultan hasta el momento indicado.
Chasqueo la lengua.
—Algún día lo comprenderás y aceptaras –sonrío ella palmeándole la espalda.
—No lo acepto... volveré a Yuei así sea a base dé explosiones –musitó con rabia.
—Bakugou... –Kid le miraba serio, aunque viniendo de él, todo el tiempo estaba serio.
—¿Que quieres bastardo?