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—¿Quién mierda...? –pero no termino de hablar, cuando aquellos labios se presionaron contra los suyos.
Amargos, fríos y duros.
Por más que quisiera despegarse, era como si los hubiesen pegado con pegamento.
Y entonces...
Despertó
Escucho el oleaje, el graznido de las gaviotas por el cielo azul, el aroma salina de la costa.
Sus orbes carmín dieron con un paisaje totalmente distinto al que se vivía, y fue entonces que de aquella hermosa vista, le golpeó la lluvia de recuerdos haciéndole dolor y arder la cabeza cual horno industrial.
Grito y se removió en la blanca arena hasta que, como descarga pesada de archivos en una computadora, termino y el dolor desapareció.
—Años de historia fueron insertados en ti, Katsuki Bakugou.
Bakugou buscó con la mirada al dueño de la voz, encontrándose con un chico de su misma edad, cabellera color crema con mechas azules alzado y orbes chocolate que le miraban detenidamente.
—¿Quién mierda eres y donde mierda estoy? –tambaleado se puso en pie señalándole.
Era una broma.
O tal vez un sueño.
¿Se abría desmayado en guerra?
—Estas donde debes, y sabes quién soy yo. Estamos en los principios del tiempo. Tierra santa en su creación.
Si. Seguro había caído inconsciente.
Como sea, debía despertar.
La mano fría de alguien le sostuvo deteniéndole de abofetearse para despertar.
Yuka le tomó ahora con ambas manos, le sonrío leve y beso aquella mano.
Retiro la mano con rapidez recordando el beso y sonrojarse —¡Regrésenme de nuevo!
—No, Bakugou. Esto no es así. La guerra solo trae más guerra, la violencia no es solución.
—¡No te pedí una puta lección de humanidad! –se acercó al otro y tomó de las solapas de la camisa —despiértame de este puto sueño para patear traseros.
Sus manos sintió arder y se separó, el cuerpo del otro desprendía llamas ardientes, suspiro y las alas se extendieron en la espalda —no entiendes... no... si entiendes, pero no quieres creerlo.
Gruño frunciendo el ceño.
—Yuka es la penúltima. No puede hablar. Ella sana el alma de la gente al besarla, por eso estás aquí, pero el poder que la hace ser heredera es que puede ver el futuro y pasado.
Ese beso entonces. Bakugou frunció más el ceño y las palmas le quemaban por las chispas que empezaba a emanar.
—Yo soy tu predecesor. Tengo el poder de un ave fénix, excepto el de renacer de las cenizas, ningún ser humano puede vivir después de morir... y el poder de heredero es el de manipular el tiempo como vez.
—¿Esa mierda de nuevo? –bramó Katsuki —¿De que me sirve esto? ¡¿Estar aquí escuchando estas mierdas no me ayuda a salvar a nadie?!
—Al contrario, las respuestas que buscas para solucionar esto están aquí. Katsuki.