Epígolo

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- ¿No van a despedirse de Bakugou y Kirishima? - pregunto la señora despidiéndose de su hijo del futuro y su nieto. 

- Lo sentimos. - dijeron antes de que la mano de otra persona entrará por aquel portal dorado.

- Borrar. - dijo el dueño de la mano, quitando los recuerdos de todas las personas que tuvieran conocimiento sobre Tadashi.

La puerta de la casa sono. Masaru abrió la puerta, sorprendiéndose del estado en el que estaba su hijo y su yerno.

- ¿Qué paso? ¿Y Maiko?

Su maestro estaba con ellos. Él se encargó de explicarle todo lo que había sucedido a la familia Bakugou. Mientras que los adolescentes se encerraron en la habitación del rubio, en un silencio de penumbra.

- Fue mi culpa. - dijo Eijiro mirando el suelo. - Si no hubiera insistido en salir, si me hubiera quedado con ustedes, si hubiera sido más fuerte; nada de esto hubiera sucedido.

- Mierda. No te culpes de esto. - dijo Bakugou tratando de tranquilizarse. - Él nos había dicho que ella iba a morir.

- ¿Él?

- ... - Bakugou se quedó en silencio. Volvió a llorar. - No sé porque, pero siento como si algo me faltará.

Kirishima pensó que hablaba de Maiko. Se abrazaron, lloraron, se culparon, e disculparon y se consolaron.

Ya habían perdido a su pedazo de cielo, a su pequeña Maiko. No había nada que hacer.

(...)

- ¡Tadashi! - gritaron todos su conocidos, abrazándolo.

- Hermano, te extrañe. - dijo la pequeña Aiko, abrazando a su hermano, llorando desconsoladamente. - Lo lamento, por mi culpa te fuiste.

- Tranquila Aiko, no me paso nada.

La pequeña sonrió aliviada.

Todos los presentes salieron de la casa, escuchando las anécdotas que Tadashi les contaba, todo lo que vivió en el pasado de sus padres. Vaya momentos que no olvidaría. ¿O si?

- Keiji, hazlo. - él nombrado asintió.

- Borrar.

El azabache se quedó quieto. ¿De qué estaban hablando?

- ¿Vamos a comer? - pregunto Bakugou corriendo, siendo seguido de su hijo.

Se detuvo, mirando a que distancia de encontraba. 

Un claxon sonó.

Gritos se escucharon.

Un cuerpo en el suelo.

Sangre alrededor de él.

Luego...

Sonido de ambulancias.

Paramédicos hablaron.

Los policías llegaron.

Hubo interrogatorios.

Hubo juicios.

Un entierro doble.

Lágrimas.

- Perdóname, mamá.

Tadashi estaba devastado. Por su culpa su madre estaba muerto, su hermana también. ¿Por qué le perseguía la desgracia? Quería redimir sus errores. Pero, ¿Cómo? Un minuto, ¡Yamato!

Corrió hasta el pequeño, con una suplica en mente. Un deseo. ¿Podía ser realidad? ¡Claro que podría! Aquel quirk era fantástico. 

- Yamato. - llamó arrodillándose frente al pequeño. - ¡Enviame al pasado!

Una ayuda al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora