—Amigo...
Lautaro Roser llegó al estudio contable que Andrés tenía en Ushuaia.
—Lau, ¿cómo has estado?
—Con demasiado trabajo, pero genial, como siempre.
Los orbes verdosos como una selva tropical, centelleantes.
Andy se preguntó si los de Hayden serían similares. Si esto era así, se los arrancaría y se los daría de comer a los cuervos.
—¿Pasa algo? —curioseó su amigo.
—¿Qué? No, nada. ¿Por qué lo dices?
—Me observas como si quisieras descubrir algo o... matarme.
—Olvídalo, nada importante. ¿Cómo está Chase?
—Muy ocupado, adorable y... muy caliente.
El sonrojo de Andy era tan divertido. Lau jamás se cansaría de ponerlo incómodo.
—¿Te da alguna especie de placer molestarme?
—Eres tan inocente. Tienes veintiséis años. Es increíble que te avergüences por cada tontería que digo.
—Bueno, como sea, ya te divertí lo suficiente. Dime, ¿qué te trae por aquí?
—Te traje la información de nuestras cuentas bancarias.
—¿La información?
—Andy, lo que me pediste, lo que necesitabas para nuestras declaraciones de bienes.
—¡Sí! Lo lamento, es que he estado un poco distraído.
Lau profundizó su mirada en él.
—¿Qué carajo te pasa?
—¿Por qué lo preguntas?
—Andy, siempre fuiste el peor para guardar secretos, ni hablar de tus emociones. Anda, cuéntame, ¿qué está sucediendo?
—¿Irás a Ciudad del Cabo?
—¿Hablas del cumpleaños de Ignacio? Por supuesto. Estaremos allí.
—Kellan... está con alguien. —El labio regordete tembló. Parecía un niño al que le habían quitado su juguete preferido.
Lautaro se arregló su negra cabellera y la colocó detrás de las orejas.
—Andy, sabías que eso sucedería. ¿Cuál es el problema? Tú tienes a Nadia.
—No tengo nada, y tú lo sabes.
Lau empezó a reír como desquiciado.
—Hermano, esto es serio. Hablas de tu novia como si se tratara de una desconocida.
—Te equivocas. Ella es una buena persona, siempre me ha cuidado, pero nuca podremos amarnos.
Lautaro frunció el ceño, preocupado.
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OCÉANO - S.B.O Libro 3 (Romance gay +18)
RomanceEl silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor... Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vu...