—¿Podrías dejar ese reloj en paz? —espetó Nadia, y peinó su cabello en la habitación.
Andy no esbozó palabra. Ya era tarde. Se había demorado más de lo planificado. Solo esperaba que Kellan no estuviera durmiendo o, peor, que Hayden hubiera decidido quedarse junto a él.
—Voy a salir un momento.
—¿Se puede saber a dónde? Has estado misterioso desde que llegamos de la fiesta. ¿Pasó algo de lo que deba enterarme?
Andy negó y comenzó a cambiarse.
—Simplemente... voy a caminar un rato.
—¿Vas a decirme al menos a dónde vas?
El rubio sonrió.
Entonces Nadia se cubrió la boca.
—¡Carajo! ¡Te vas a ver con el grandote!
—Shhh, guarda silencio. Deja de gritar.
—¿Lo ves? ¡No es justo! ¿Por qué todos capturan hombres guapos, menos yo?
—Nadia...
—De acuerdo, dejaré de meterme en tus asuntos. —Suspiró con un deje de resignación—. Iré a tomar un baño. Solo cuídate, ¿sí?
Andy se sentía sudado. Debería haber hecho lo mismo, pero no había tiempo. Solo se limitó a salir del lugar y buscar un taxi.
Llegó a la casa de Kellan con un nudo en el estómago, el cual le impedía respirar. Tocó la puerta de casa y el sudafricano lo recibió. Andy pudo haber caído de rodillas en ese instante. Kellan llevaba su camisa entreabierta y el cinturón desabrochado. Dio un paso al costado, permitiéndole ingresar. El rubio apenas se sostenía. Sí, debió al menos haber tomado un baño.
No hubo palabras entre ambos. Apenas pasó el umbral de la puerta —esta se cerró tras él— Kellan lo atacó. Aprisionó la espalda contra su torso e inundó de fuertes besos su nuca. El miembro de Andrés se irguió en segundos por esto.
—Sabía que te quedaría genial. Me encanta cómo marca tus pezones.
Andy se había puesto la sudadera que el castaño le había regalado una semana antes de dejarlo. Era la primera vez que lo hacía, ya que siempre le pareció demasiado ajustada.
Las manos viajaron al pecho de Andrés, apretando los pequeños botones que sobresalían. Pasó sus uñas sobre ellos y luego los bordeó con su dedo índice.
Andy llevó su trasero hacia la entrepierna de Kellan.
—Quítatela.
La voz firme lo hizo estremecer, y acató con rapidez.
Kellan volvió a acariciarlo esta vez sin sudadera. El contacto lo hizo gemir. Toda la piel suave y perfumada estaba a su disposición.
Sintió la respiración profunda en su oído.
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OCÉANO - S.B.O Libro 3 (Romance gay +18)
RomanceEl silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor... Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vu...