Nadia Astorga no era originaria de Tolhuin como lo eran Lau, Ignacio y Andrés. Había llegado allí por el destino. Su padre era maestro de escuela y amaba el entorno rural. La consecuencia de esto había sido que la niña había crecido rodeada de caballos y ovejas en lugar de chicos de su edad. Todo eso terminó cuando conoció a Andy, rubio, un año mayor que ella. Fue amor a primera vista. Era el chico más lindo del pueblo. Bueno, ahora que conocía varios lugares más se había dado cuenta de que era muy guapo, siendo pocos hombres tanto como él. Un amor platónico, donde, desde el principio, las chances eran inexistentes, pero lo amaba, y poco a poco ese cariño fue mutando a uno de sincera amistad. No podía aspirar a otra cosa con Andy, y terminó de confirmar aquello cuando este comenzó a contarle un loco enamoramiento con un gigante de dos metros que había conocido en Sudáfrica y con el cual, en un repentino desliz, había compartido una masturbación el mismo día que llegó.
Eso la afectó profundamente, pero entendió que la vida tiene misterios y que a veces cierra puertas para abrir otras mejores. Estudiaban Contabilidad juntos. Allí conoció a su primo Ignacio, a Lautaro Roser y a su impresionante esposo, que acompañaba al hombre en todo momento. Había arribado a una triste afirmación: hombre hermoso atrapa hombres más bellos que él. Se graduó con honores de su carrera y fundó al instante un estudio contable junto a su inseparable amigo. Su mundo se vino abajo luego de que Andy decidiera mudarse a Sudáfrica y terminó por desmoronarse cuando, en una de sus visitas, Andrés llegó hecho trizas.
Algo malo había ocurrido, pero nunca se imaginó la magnitud de todo eso.
—¿Qué ha sucedido? ¿Una pelea con Kellan? —Andy le acercó los estudios médicos—. ¿Entonces?
—Estuve en Buenos Aires antes de venir aquí con la tía Sara. De pronto, me desmayé en un restaurante y...
—¿Y? ¿Por qué carajo haces pausas?
—Me llevaron al hospital. El médico me detectó un astrocitoma grado tres.
El rostro de Nadia había sido una sinfonía de confusión. ¿Era tan malo como sonaba?
—¿Y qué se supone que es eso?
—Es... un tipo de cáncer en el cerebro. Los astrocitomas se forman en los astrocitos, que son células que le proporcionan apoyo a las neuronas.
La rubia no respiraba porque sabía que, en el momento en que lo hiciera, desbordaría en sollozos.
—Pero puede curarse, ¿no es así? ¿Andy?
—Está... bastante avanzado. Debo hacer algunas cosas antes de empezar el tratamiento.
—Andrés, no me has respondido. ¿Tiene cura?
—El médico dice que el tiempo es... Debo empezar cuanto antes. La quimioterapia es la primera etapa. Si eso no funciona, tratarán de extirparlo. Tengo miedo, Nadia. Ayúdame, por favor.
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OCÉANO - S.B.O Libro 3 (Romance gay +18)
RomanceEl silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor... Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vu...