«Nada tiene un final, todo se trasforma».
Andy caminaba rumbo al hotel. Su mente voló hacia esa estúpida frase de su profesor de filosofía que ahora tenía sentido. Lo de Kellan con él no había terminado, había mutado a esta relación tóxica en donde los dos habían salido heridos. Las luces de los autos iluminaban el camino. Ya no había temor ni dolor. El muchacho, por primera vez, se sintió más allá de esas emociones.
De solo pensar que volvería a encontrarse a Kellan se le retorcía el estómago. ¿Cómo pudo haber imaginado algo tan repulsivo de un ser que asociaba a la belleza, a la calidez? Ahora entendía lo que el desamor hacía, lo que les había hecho a ambos.
El celular sonó varias veces. Sinceramente, no tenía ganas de contestar, pero el maldito era persistente cuando se proponía algo. Se parecía a su madre en eso.
—Nacho.
—¿Dónde estás?
—Bueno —miró alrededor—, supongo que... ¿en la calle?
—¿Y eso qué significa? ¿Sabes lo insegura que es esta ciudad en algunas zonas?
—Ya basta, Ignacio. Sin sermones hoy, por favor.
—Dime entonces dónde estás.
—¡Ya te he dicho que no lo sé! —gritó con fuerza. Su voz hizo eco en el silencio de la noche.
—Te fuiste con él, ¿verdad?
—Sí, estaba con Kellan. Ya no...
—¿Estás en su casa? Vamos a buscarte.
—No, es que... —esto era vergonzoso. Su primo lo había sacado de desastres antes, pero ninguno como este— me trajo a la casa de Hayden y...
—Mierda, ¿te acostaste con los dos?
—¡Claro que no! ¿Por quién me tomas?
—Lo lamento, es que...
—Él quiso que lo hiciera con su novio. Me acobardé.
—Es un hijo de puta.
—Claro que no, solo... ha perdido totalmente la cabeza. Hablamos después.
—Espera, activa tu localización y envíamela. Voy a pasar por ti.
—Está bien. Si insistes...
Andy hizo lo que le pedía.
Media hora después, Nacho apareció en uno de los vehículos del hotel.
—Te tomaste tu tiempo, ¿verdad?
Ignacio le hizo una seña para que subiera.
—De todas las tonterías...
—Sí, lo sé. Esta ni siquiera está en la escala de las más grandes. Solo conduce.
El moreno dio la vuelta y regresaron al hotel.
—Supongo que mañana querrás evitar la casa de mi suegra.
—¿De qué hablas?
—Kellan estará allí.
—Nacho, no voy a dejar de cumplir un compromiso por él.
—¿Estás seguro?
—Estoy cansado de tener miedo. Voy a ir, punto final.
Ignacio sonrió.
—Vaya, esto es...
—¿Qué?
—Debiste haberte acostado con Hayden.
—¿Y cuál hubiera sido el objetivo de eso?
—Andy, Kellan estaba probándote. ¿En serio piensas que iba a dejar a ese idiota entrar en ti?
—No me iba a quedar allí para averiguarlo. Hubiera querido que las cosas fueran diferentes, ¿sabes?
Ignacio apretó el volante y aceleró.
—No fue tu culpa enfermarte.
El mundo se detuvo en ese instante. Andy giró la cabeza hacia su primo.
—¿Hace cuánto lo sabes?
—Hace unas horas, pero todavía no alcanzo a entender que el mismo chico que me reclamó intentar abandonarlo no haya tenido la delicadeza de explicarme por qué renunciaba a su empleo y volvía a su país.
—Quise hacerlo muchas veces, pero no hallé la forma ni el tiempo. Tú estabas tan feliz. ¿Cómo arruinar eso?
La visión de Ignacio se hizo borrosa por las lágrimas, las cuales secó rápido.
—Está bien, te agradezco tu consideración. Aun así, creo que lo que estás padeciendo ahora no habría sucedido si desde el principio hubieras hablado con la verdad.
—Ya es tarde, y eso nunca lo sabremos.
***
Kellan estaba de pie frente al amplio ventanal, observando las montañas. El olor de Andrés todavía estaba en su piel. Nada lo borraría, ni siquiera el sudor de Hayden sobre él luego del sexo.
—¿Estás arrepentido?
El pelirrojo se sentó en el amplio sofá envuelto en la manta.
—No, claro que no.
—Fue gracioso. El pobre no entendía un carajo lo que sucedía.
La risa angustiosa de Kellan le mostró que la broma no tenía nada de divertida.
—Nunca me hubieras dejado follarlo, ¿no es así?
—¿Qué?
—Eso. —Los ojos verdes brillaban entre las escasas luces del ambiente—. Si Andy no se hubiera negado, ¿me habrías permitido hacerlo mío? ¿Gemir mi nombre?
—No lo sé.
Hayden se carcajeó.
El castaño, sin entender, frunció el ceño.
—¿Y ahora qué te pasa?
—Por favor, Kellan, eres patético mintiendo. Me habrías golpeado hasta desangrarme si intentaba algo más que mirar. Te conozco. Y tienes una posesividad extrema cuando se trata de Andrés.
—Eso es basura.
—¿En serio? —El hombre imitó la voz grave de Kellan—. «Soy un macho al que no le importa que mancillen lo que es mío».
—Hayden, cierra la boca. Me estás cabreando.
—Está bien. —Levantó las manos en señal de rendición, sin ánimos de continuar en una charla que terminaría enojándolos—. Si no quieres aceptarlo, allá tú. ¿Volverás a verlo?
—Mañana en la casa de mi madre. Luego de eso no lo sé.
—Mierda, esto se puso aburrido. Ven aquí, quiero sentirte de nuevo.
Kellan dio pasos hacia su novio, quien se sentó en la orilla del sofá, con su cabeza frente al pene de su pareja.
—Hazme olvidarlo —susurró.
La boca de Hayden se abrió y abrazó su hombría con calidez y humedad.
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OCÉANO - S.B.O Libro 3 (Romance gay +18)
RomansaEl silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor... Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vu...