He deseado dejarte en el olvido.
He anhelado que tu recuerdo sea solo eso, como una fotografía,
que con el paso del tiempo poco a poco pierde su color.
He querido odiarte demasiado tiempo.
He tratado, he luchado, y estoy harto de ello.
Ya no deseo librar una batalla en una guerra que está perdida.
Soy tuyo...
Siempre fui tuyo.
Como en un sueño recurrente, de aquellos que habían colmado sus pensamientos desde que se alejó de Kellan, había sucedido. Bueno, tal vez no era exactamente como en sus sueños. En ellos el sudafricano era amable, dulce, tocándolo como si fuera una rosa a la cual poco a poco debía deshojar. Todo esto estaba muy alejado de la realidad. Había sido brutal, tan obsceno que, si hubiera sucedido años atrás, Andy no hubiera podido mirarse al espejo.
Hoy la situación era diferente. Estaba satisfecho.
Kellan aún desparramaba besos húmedos en él.
Un segundo de raciocinio hizo al castaño detenerse y alejarse del cuerpo tibio. ¿Qué se suponía que hacía? Se separó con violencia, casi arrojándolo fuera de la cama.
—Será mejor que te vayas.
La confusión en Andy se hizo evidente. Esa no la vio venir.
—¿Qué dices?
—Debes irte. Quedé en reunirme con Hayden a desayunar.
—No.
Kellan enarcó una ceja y esbozó con molestia: —¿No? ¿No qué? Las cosas son como son, Andy. Tú quisiste que fueran así. Ahora vete. La pasamos bien. De hecho, más que bien, pero ya estuvo. Estoy cansado y tengo que ver a mi novio en unas horas.
Andrés se removió afligido. Intentó ponerse de pie, pero cayó al piso.
—¡Diablos! ¿Estás bien? —Kellan trató de acercase.
Andrés lo detuvo.
—Sí, no te preocupes. No necesito tu ayuda.
Poco a poco se recompuso y comenzó a vestirse ante la mirada absorta de Kellan. Por un momento lo había olvidado. Había escapado de su memoria la propuesta original. Era la puta de Kellan. No habrían salidas con él ni desayunos. Nada había alterado el rumbo de las cosas. Su gran amor estaba con otro. Era irreversible...
Andy llegó a la habitación del hotel dando pasos muy lentos. ¿Debió haberlo detenido? ¿Haberse comportado como un primerizo? Claro que sí, pero su ímpetu sexual no había tenido límites, y Kellan no le había mostrado piedad. De hecho, no había dejado entrever ningún tipo de sentimiento. Se quitó la remera y se examinó en detalle frente al espejo. Las marcas color púrpura estaban en cada lugar donde ponía sus ojos. Los recuerdos eran algo confusos, escenas que no tenían congruencia entre ellas, pero que le erizaban la piel. Jamás pensó que el sexo podía sentirse así. Se sentó lentamente en la cama y olió su cuerpo. El aroma de Kellan todavía estaba allí, tan rudo, tan masculino.
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OCÉANO - S.B.O Libro 3 (Romance gay +18)
RomanceEl silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor... Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vu...