—¡Chicos! —Virginia salió y recibió a Andrés y a Nadia en el gran salón de la casa—. Me alegro de que estén aquí. Esperaba que tuvieran tiempo de venir. Vamos al jardín. Chris e Ignacio llegaron hace unos momentos. Están haciendo unas margaritas.
—Sí, me gusta este lugar. —Nadia caminó hacia los jardines y observó a los muchachos sentados afuera—. Margaritas y hombres guapos. Sí, estoy soñando. No te atrevas a despertarme.
—¿Sabes qué creo? —dijo Andy en tono jocoso.
—¿Qué?
—Necesitas sexo urgente, de lo contrario vas a terminar violando a alguien.
—¿Qué? La carne es débil, y frente a ellos soy una tortuguita buscando algo cálido donde calentarse. No lo sé, tal vez el regazo de tu primo serviría.
—En tus sueños, ilusa. —Sostuvo la cabeza de la chica y la apretó, y esta luchó con él.
—Imbécil, me estás despeinando. Recuerda que hoy debo parecer una lady.
—Seguro. Tus comentarios de camionero libidinoso no ayudan mucho, cariño.
Nadia hizo un puchero gracioso e infló sus mejillas.
—¡Amor, llegaste!
—Sí, mamá. Lamento la tardanza. Tuve que dejar a Hayden primero.
El maldito pudo haberse quedado en su casa y hacer las cosas más fáciles para ambos.
—Hola, Kellan. —Nadia levantó la mano rápidamente y huyó hacia los muchachos para saludarlos.
—¿Cómo estás, Andrés?
¿Por qué su nombre sonaba tan raro en su boca? Hacía tiempo que no lo llamaba por su nombre completo.
—Todo bien. Con permiso.
Necesitaba correr al baño con urgencia. Había parecido tan fácil al principio. Ahora se encontraba en un laberinto sin salida. El sudor frío bajaba por su cuello y su corazón casi dejó de latir. Un golpe en la puerta lo sacó de su inminente ataque de pánico.
—¡Ocupado! —exclamó, pero los golpes continuaron. Repitió lo mismo esta vez con más fuerza.
—Soy yo. Déjame pasar.
Irónicamente, Andy descubrió que había perdido la razón en el segundo en que sacó el seguro de la puerta de roble.
—¿Estás bien?
Andy asintió con timidez.
Las manos de Kellan volvieron a su rostro y sus labios tocaron los suyos en un beso desgarrador.
—Espérame.
El rubio parpadeó, deteniéndose en el azul profundo de esa mirada que lo invitaba a refugiarse en ella.
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OCÉANO - S.B.O Libro 3 (Romance gay +18)
RomanceEl silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor... Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vu...