•Treinta•

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A mi hermano siempre lo había querido mucho, pero tras su marcha lo veía como alguien imprudente y poco sensible, en cambio entendí todo mucho mejor cuando me lo contó.

Cuando papá fue encarcelado el tenía mi edad, catorce años, a los cuales descubrió su fanatismo por la naturaleza y su pasión por los animales, aparte de que él también tenía los poderes que habíamos heredado de nuestra madre, se consideraba un alma libre y no estaba preparado para estar años ocultándose de las personas, no estaba preparado para asistir más tarde a Hogwarts y seguir su vida como estudiante, no cuando había conseguido su verdadero escape hacia la libertad después de lo que había sufrido por culpa de mi madre, el sufrimiento siendo aún más dañino al no tener a su padre al lado que estaba encarcelado, él ya no quería más ataduras, demasiados años había pasado en su propia casa que se sentía como una cárcel.

No le culpo por haberse marchado

—¿Estás aprendiendo a controlar tus poderes?— preguntó, yo terminé de darle el sorbo a mi taza de chocolate y suspiré agobiada.

—Digamos que estoy mejorando, pero estoy perdiendo el control sobre ellos, alguien con los mismos poderes está haciéndome esto y todos sabemos ya quién es— mi voz sonó frustrada.

—No creo que lo sepáis— sonrió de lado.

—¿Ah, no? —alcé una ceja.

—Jannet, antes de que ella pudiese apoderarse de tus habilidades e hiciese con ellas lo que quisiese, lo hice yo, las puse bajo mi poder, si hubiese sido ella la que te hubiese arrebatado tus poderes te digo que ahora mismo serías una persona muy distinta— lo dijo muy serio.

—Supongo que una vez más me has salvado —sonreí y apreté mis labios, el pelo puso su mano en mi hombro y lo apretó.

—Te ayudaré con ello, yo también pasé por esa etapa y con un poco más de apoyo te será más fácil—

Y qué razón tenía, con apoyo quizás estaba siendo un poco más ameno pero de igual manera seguía siendo duro, muy duro.

—Vamos Jannet, pensaba que tenías mucho más que ofrecer— dijo Stregus con una bola de fuego creado por el mismo en sus manos.

—Eres más poderoso que yo, ¡No es justo!— me puse mis manos en las rodillas, intentando recuperar el aliento.

—Deja de lloriquear, con ella esto será mucho más difícil— tomé una última respiración y puse lo mejor de mi, tenía que hacerlo bien, tenía que aprender a defenderme y a controlar los impulsos para no dañar a nadie y así estar preprada.

Formulé la bola de hielo en mis manos a un tamaño en el que sabía que no dañaría a Stregus, a pesar de que mis impulsos me pedían hacerla mucho las grande y destrozarlo, porque una parte de mi se pensaba que peleaba contra mi madre y tenía que contenerme.

Las dos bolas de energía chocaron pero la mía al ser más grande que la de fuego hizo que la parte que estaba líquida al entrar en contacto con el fuego pasase a sus llamas congelando las por lo helado que aún quedaba en la bola de hielo.

—¡Genial, Jannet!— me felicitó Stregus.

—Por fin...— me dejé tirar al suelo cansada.

—Lo siguiente es saber atacar después de defenderte— sonrió inocente.

—¡Nooo...!— dije de manera lastimosa cansada.

[...]

—¿Qué tal hoy?— dijo Hermione acercándose a mi, tomándome por las mejillas y depositando un beso en mis labios.

De manera inconsciente sonreí.

—Bien, bien...– estiré mis brazos mientras caía a la cama—Aunque no te niego que las clases con Stregus me están matando— suspiré cansada.

—Yo hoy hice un examen— sonrió entusiasmada—

—¿Cómo que un examen?— fruncí mi ceño en confusión.

Era obvio que en la situación en la que estábamos a pesar de quedar cuatro gatos en Hogwarts no iban a seguir dando clases o mucho menos haciendo exámenes.

—Me estaba preocupando llevar tanto tiempo sin poner a prueba mi conocimiento Jannet... – dijo obvia Hermione—Así que le dije a la señora McGonagall que me hiciese una prueba, lo más difícil que pudiese, ¡Y aprobé!— dijo contenta.

Si hubiese sido otra persona hubiese sido capaz de reírme e incluso burlarme, pero era Hermione y creo que he dejado bastante claro lo que es ella para mí y en este caso no lo vi nada ridículo si no que su sonrisa produjo la mía y su felicidad ante haber aprobado se me contagió.

—Vamos no te sorprendas, ¡Eres Hermione Granger!— dije obvia acomodándome en la almohada.

—Lo dices cómo si fuese especial— sonrió de lado poniéndose junto a mí.

—Pues lo siento si te decepciono pero para mí sí lo eres— me encogí de hombros y le di repetidos besos cortos en sus labios.

—¿Beso de tres?— dijo Fred entrando en la habitación.

—¡Oye! ¿Qué haces?— Hermione lo fulminó con su típica expresión mientras apretaba sus labios y fruncía su ceño molesta.

—Haremos fiesta de pijamas— dijo como un niño emocionado George entrando por la puerta y no entraba solo.

—Oye de verdad... —dije yo levantándome de la cama.

—Traje mi cajita para hacer pulseras— dijo Luna mostrando la caja colorida que tenía en sus manos.

—Y yo me traje a Minda —Neville algo tímido señaló a la planta que tenía en sus manos.

—Esa es nueva— me dije mirando la planta tan curiosa y lila.

—La encontramos en el bosque mientras ayudábamos a una ardilla que se había doblado una pata al caer de un árbol— dijo Luna con su voz relajante mientras le ponía una pulsera a la maceta que envolvía la flor de Neville.

—Odio esto...— dijo entre dientes Draco entrando por la puerta.

—Quita esa cara de culo— le dijo Pansy.

—No puedes pedirle eso a alguien cuando es su cara de siempre— le dijo Ron a Harry esperando que no hubiese sido escuchado en cambio Draco ya lo estaba apuntando con su varita.

—Vale –dije de forma rápida interponiendome entre los dos chicos —¿Qué has traído en esas bolsas, George?— le dije al chico mientras le quitaba a Draco la varita mientras le hacía una mueca para que se calmase.

George con cara de pillín sacó un par de botellas de alcohol.

—Genial...— dijo Hermione irónica.

—Exacto– sonreí emocionada —Genial...—

Y después de todo, los Slytherin y los Gryffindor podían llevarse algo mejor que de costumbre.

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ꜱᴏʟᴏ ᴜɴᴀ ᴠᴇᴢ~ ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora