ESTA HISTORIA TIENE FINAL, PERO DEJÓ DE SER ACTUALIZADA Y LA HISTORIA NO SE CONTINUÓ, AUNQUE SE LE DIO UN FINAL.
Ser hija de Sirius Black nunca fue fácil, mucho menos cuando se le consideraba fugitivo peligroso de Azkaban.
Pero después de todo, las...
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—Solo tú y yo— Jannet Stefan Black.
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¿Quién podría decirlo?, habían pasado dos años desde que aquellas dos chicas cruzaron miradas por última vez y no sabían todo lo que les pasaría.
Por fin estaban en el séptimo año, en el cual después de este tendrían que tomar una decisión.
Todo en la vida de Jannet y Hermione era perfecto, incluyendo su relación, las cosas habían fluido de manera increíble después de la batalla mágica, ambas estaban sabiendo muy bien aprovechar ese gran amor que sentían la una por la otra, nada podía estropear después de todo una relación así, ¿cierto?
Bueno, uno siempre se puede llevar más de una sorpresa.
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—Te puedes dar por muerto— me abalancé hacia él en mi escoba, pero era claro que no iba a pillarlo tan fácilmente.
Stregus me había estado molestando todo mi entrenamiento de Quidditch y ahora que había terminado no había nada mejor que perseguirlo en mi escoba mientras que él iba montado en Arnot.
—¡Jannet!— sentí la voz de Ginny llamarme desde el campo.
Estaba tan concentrada en las burlas de mi hermano que ignoré a la pelirroja cuando una piedra tocó mi escoba.
—¡Oye!— paré en seco y la miré.
—Te estaba llamando— se encogió de hombros inocente.
—¿Qué es lo que pasa?— empecé a bajar lentamente y cuando Ginny quiso hablar alguien se chocó conmigo de manera brusca haciendo que yo cayese al suelo.
Escuché como Stregus y Arnot reían a carcajadas como críos, la cola de Arnot chocando contra el césped del campo hacia que rebotase un poco el suelo.
—No podéis ser más imbéciles— molesta me terminé por tumbar en el césped sin ganas de levantarme.
—No te acomodes, Nathalie te busca— dijo Ginny que estaba de pie al lado mía.
—¿Para qué?— me quejé.
—No lo se, está en el gran comedor pero– quiso seguir hablando cuando Harry cubrió los ojos de la chica con sus manos.
—Hola preciosa— dijo Harry dándole un beso en la mejilla sin aún quitar sus manos de los ojos.
La chica rió de manera un poco tonta y quitó las manos del chico dándose al vuelta hacia él y besándolo en los labios.
