Mistress Brown.
Ese sábado por la mañana cuando su esposo y sobrino se alejaron de la mansión Brown en un auto blindado, Lilian casi corrió hacía la habitación de su hijo, sospechando que su padre lo había golpeado una vez más. Aunque le seguía dando la razón al Teniente no podía evitar que su corazón se quebrase cuando Owen recibía aquellas terribles palizas.Cuando abrió aquella puerta quedó petrificada, su semblante se contrarió y estaba tan pálida que parecía no tener sangre, incluso el rubor de sus mejillas se desvaneció dejando una tez tan blanca como la nieve que podía compararse fácilmente con el vestido de encajes que llevaba puesto.
Respiró hondo al encontrarle sentado al borde de su cama, encorvado, abrazándose a sí mismo con la mirada perdida en la alfombra. Mistress Brown recobró la serenidad y también el color, estaba tan predispuesta a encontrarse con otro escenario que al no ver a su hijo rápidamente había imaginado lo peor.
—¿Estás bien, mi amor? —cuestionó, vacilando un poco, manteniéndose al lado de la puerta. Lejos de él.
El pequeño titubeó, soltó el llanto que tenía contenido desde hacía un rato y se desplomó en lágrimas. La mujer apretó sus labios con fuerza, aunque se estaba muriendo por ir consolarle luchaba por mantenerse al margen y en desapego con el sufrimiento de su hijo.
Owen levantó su rostro y le miró con ojos suplicantes, húmedos e irritados. Su carita se encontraba hinchada del llanto y sus labios temblaban mientras brillosas lágrimas rozaban sus comisuras. La mujer sintió que un peso se le quitaba de encima, al parecer míster Brown no había golpeado al pequeño como en ocasiones anteriores. Se equivocaba ¡Claro que lo hacía! Talvez Owen no presentaba signos de haber sido violentado físicamente, pero, aquellas palabras duras y frívolas que le gritó su padre le dolieron mil veces más que cualquier golpe que hubiera recibido antes
—¡Me estoy muriendo! —sollozó, sirviendo por la nariz—. ¿Por qué es así como se siente la muerte, verdad... mamá?
La mujer le miró distante, sentía un nudo en la garganta que no dudó el desanudar para contestarle, con firmeza:
—No, no digas esas cosas, Owen. Estás bien, no te estás muriendo así que no lo vuelvas a repetir. Arréglate, ahorita viene mistress Vernill y miss Granf a acompañarme el té, vendrán en compañía de la pequeña Adele, vístete para que juegues con ella.
Quiso abandonar el lugar cuanto antes pero el pequeño le atajó con una amarga pregunta.
—¿Por qué él me odia?
—No, él no te odia, simplemente quiere lo mejor para tí —le dijo, sin siquiera voltear a verle. No sabía si era verdad, simplemente eso quería creer—. Cuando seas grande lo entenderás y lo vas a agradecer. Te espero abajo, Owen, no me hagas otro desplante por favor.
Sus propias palabras le recordaron a su madre, ese mismo tono helado y distante era el que utilizaba la mujer que le dió la vida cuando se dirigía a ella. Por un segundo el pasado, gris y en sepia, regresó como un huracán que no descansaría hasta sembrar en sus sentimientos el caos.
Lilian cerró la puerta, alejándose de la recamara de su hijo para bajar las escaleras de su flamante y lujosa mansión, si es que podía considerarle suya. Se sentía inútil, como esos grandes floreros de cristal que reposaban en el centro de la mesa, justo así, últimamente se veía a sí misma como a un objeto muy bonito que solo sirve para decorar. Y no estaba equivocada, quizás últimamente solo se preocupaba por verse bonita al lado de su esposo en los eventos sociales importante a los que asistían.
Esa vida que estaba viviendo se alejaba a años luz de la que imaginaba cuando era una adolescente, no estaba en sus planes seguir el ejemplo de sus hermanas mayores que al convertirse en jovencitas que pudiesen mostrarse en sociedad se casaron con hombres ricos y se fueron a servir de muebles en grandes mansiones. No, Lilian soñaba con una vida llena de aventuras y excitante adrenalina, quería trazar su propio destino y ponerse a prueba, deseaba la libertad pero no se dió cuenta que aquella posibilidad de ser libre que se le presentó era una trampa que le arrebataría hasta la voluntad.
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Noches de Penumbra y Melodía [BL]
Mistério / SuspenseÉl y yo estábamos destinados a estar juntos... más que destinados estábamos maldecidos ♪